Carmina Burana, del siglo XIII al siglo XXI, en el Teatro Nacional

Walter von der Volgeide era el poeta alemán más importante de la Edad Media, considerado como un trovador con un estilo muy personal y original. Pero su poesía era apegada al clasicismo, y sobre todo a la corte. Vivió 58 años y falleció en 1228. Por esos mismos tiempos, más o menos, crecía una compilación de poemas que eran creados por otras personas, la cual fue realizada posiblemente en la abadía benedictina de Seckau o en el convento de Neustift, ambos en Austria, encontrados en 1803 por Johann Christoph von Aretin.

Estos poemas parecen estar situados en las antípodas tanto estilísticamente como en su modo de creación, tan así que los investigadores literarios afirman que parece ser obra de los goliardos, aquellos monjes y juglares, una especie de ‘hippies` de la época, que llevaban una vida desmesurada y disoluta, cuya irreverencia atraviesa esos poemas o canciones, reunidas en un códice.

Ese códice que reúne esas expresiones de los siglos XI y XII es conocido como “Códex Buranus” o “Carmina Buranus”. En latín Carmen o Carmina significa poemas cantados o canciones. Y Burana: de Beuern, una localidad de Baviera, donde aún se encuentra la abadía de Benediktbeuern, perteneciente a la orden de los Salesianos de Don Bosco. Así que los Carmina Burana son esa colección de 112 páginas con 228 cantos goliardos encontrados en Bura en el siglo XIX, específicamente en 1803 por Johann Christoph von Aretin, un reconocido abogado, historiador y bibliotecario.

El redescubrimiento de Carl Orff

Fue en 1936 cuando el músico alemán Carl Orff (1895-1982) -dueño de una vida no exenta de polémica-, da con el códice y comienza a trabajar en la obra que finalmente visibilizó aquella poesía juglaresca creada hacía 700 años. Orff seleccionó al azar 20 y los recreó musicalmente para solista y coro, con acompañamiento instrumental.

Carmina Burana fue estrenada el 8 de junio de 1937 en la Alte Oper de Fráncfort del Meno, dirigida por Oskar Wälterlin.

Cuando uno escucha los primeros compases de “Oh Fortuna”, se da cuenta de cuánto la ha escuchado, hasta accidentalmente. “O fortuna / velut luna, / statu variabilis / semper crescis / aut decrescis / vita detestabilis / nunc obdurat / et tunc curat / ludo mentis aciem, / egestatem, / potestatem / dissolvit ut glaciem…”, que traducido al español sería: “Oh fortuna, / como la Luna / variable de estado, / siempre creces / o decreces; / Vida detestable / ahora oprime / después alivia / como un juego, / a la pobreza / y al poder / derrites como al hielo”.

La música ha trascendido a otros formatos y estilos y ha sido usada en películas como Excalibur (1981) de John Boorman, con Helen Mirren como Morgana, Nigel Terry como el rey Arturo y Liam Neeson como Gawain. Varios de los temas de Carmina Burana son utilizados por el argentino Damian Szifron (director de Relatos Salvajes, 2014), en su serie Los Simuladores.

El espectáculo es imponente y nos acerca a uno de los momentos más importantes de la cultura europea, en momentos en que se desarrollaba a zancadas en un continente que pronto buscaría expandirse geográficamente y que a la vez iba dejando huellas de un devenir histórico no exento de guerras, enfermedades, y dramas que, hoy día, son abordados a través del cine, de la ópera, de la danza, del teatro y de la misma literatura. Que siempre es bueno recordar ese viejo adagio ruso: “Lo nuevo no es más que lo viejo que ha sido bien olvidado”.

El espectáculo de La Fura dels Baus

Pronto llega al país el espectáculo multisensorial Carmina Burana, a cargo del grupo La Fura dels Baus, que está celebrando 45 años de existencia.

El 1 de noviembre se presentará por primera vez en República Dominicana y lo hará, como debe ser, en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional.

La propuesta de La Fura dels Baus, cuenta con 50 artistas en escena, efectos especiales, proyecciones, luces, que evocan la visceral música creada por Carl Orff. “La compañía está en gira por el mundo, con su propia orquesta y todo”, especificó a elCaribe el productor dominicano César Suárez Jr.

La música es en directo y sobre el escenario, un cilindro alrededor de la orquesta, las imágenes proyectadas sobre él ilustran la obra de principio a fin: una luna gigante, el deshielo, un éxtasis floral, una vendimia en directo, las tabernas, cantantes que grúas en grúas o sumergidos en agua, vino y fuego, o sea, lo que canta “O Fortuna!”.

“Desde La Fura dels Baus hemos creado un espectáculo con fuertes imágenes escénicas, con la intención de ilustrar e iluminar toda la fuerza y poesía de estos textos, que a pesar de tener más de 800 años, hablan de deseos que nos unen de nuevo a lo sumo ancestral de nuestra especie… el círculo se cierra para continuar rodando”, ha dicho Carlus Padrissa, director de la famosa agrupación catalana, que tiene en repertorio unos cuantos espectáculos a la vez.

Padrissa, que ha trabajado en óperas de Manuel de Falla, Debussy, Berlioz, Gluck, entre otros compositores, es uno de los seis directores artísticos con que cuenta La Fura dels Baus. Dueño de una muy peculiar manera de comunicar la ópera, como una obra de arte global, donde la luz sustituye a las gigantes escenografías de cartón piedra, le ha granjeado una relación muy especial con las óperas de Wagner y en especial el director musical indio Zubin Mehta.

El espectáculo ha sido visto por más de medio millón de personas en el tour que ha abarcado paradas en países de Asia, Europa y América.

Los que saben qué es La Fura dels Baus, saben bien que es un espectáculo a otro nivel. Sencillamente.