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Escribir de Trump es como escribir de Fidel Castro. Fidel, fue un politico, revolucionario, marxista, y abogado cubano. Trump, es un político, un empresario revolucionario (agresivo), un capitalista que parte no del marxismo pero sí del pragmatismo, y es un empresario Norte Americano.
Ambos complejos, algunos exaltan a Fidel, otros odian su figura. De la misma forma, sucede con Trump, simplemente por sus doctrinas, su política, sus expresiones, y sus afirmaciones sin decorar y sin pulir. Las figuras extremas son controvertibles.
En el caso de Trump, debemos entender su formación, es más empresario que político. Es un empresario agresivo y pragmático.
Su mover no está ligado a los aspectos emocionales, él fue formado para producir, dirigir y obtener resultados medibles. Y eso es lo que busca esta nueva generación, por dicha razón hasta los latinos votaron por Trump. En la primera parte de este artículo expresé que: “…es obvio que Trump puede ser el clavo o la clave; el clavo que podría paralizar y frenar la economía dominicana o Trump podría ser la clave para seguir creando una relación simbiótica entre la RD y los USA y que ambos países sean beneficiados en todas las esferas”.
En esta segunda y última parte del artículo, trataré de escribir otros puntos de vistas que muchas veces esquivamos y no queremos aceptar.
Estados Unidos se ha convertido en un mosaico étnico, Trump pudo leer esa evolución y comportamiento social; entendió que es imposible gobernar a los USA sin tomar en cuenta a los latinos y la esfera religiosa conservadora. En este momento el presidente electo se encuentra en una disyuntiva étnica, independientemente de que Trump fue electo por el apoyo del voto anglosajón, no es menos cierto que también él recibió el apoyo de los latinos y los afroamericanos. Como empresario, su llamado fue claro, mejorar la economía de los USA, esa fue su punta de lanza.
La juventud, los latinos, católicos y evangélicos y otros grupos religiosos conservadores decidieron optar por la propuesta de Trump. Los latinos que venimos de países económicamente inestables, buscamos estabilidad económica; los anglosajones la primacía de su cultura y su conservación en medio de la diversidad étnica, y las religiones conservadoras abrazaron el mensaje moralista de Trump que difiere del pensamiento doctrinal demócrata.
El aborde económico de Trump sirvió de eslabón para generar adeptos de todos los sectores. Los dominicanos entendimos el discurso económico de Trump y fue propagado. El tema económico toca las fibras de todos los sectores, el discurso moral es más subjetivo y doctrinal; la economía moldea y doblega a todos aquellos que aún están indecisos e indefinidos en temas religiosos y éticos.
El dominicano entendió la mejoría económica que Trump promueve y su discurso judeocristiano; los latinos hemos sido marcados por una cultura judeocristiana y la religión y la política son temas muy complejos, desde una perspectiva multidimensional la religión y la política no se reduce a un comportamiento histórico, es obligatorio llevarlo a un estudio sociológico para entender la diversidad y sus manifestaciones que guían la conducta colectiva.
Trump y sus asesores, entendieron la brecha generacional, capitalizaron la Generación Millennials, esos que no están conectados a los temas que apelan a los aspectos históricos y revolucionarios. Para esta generación lo que da resultado es lo que funciona,lo pragmático.
Los Millennials es una generación cansada de promesas y sueños. Una debilidad de los demócratas fue enfocarse en las libertades, en una política más sensible para los inmigrantes; mientras que Trump fue muy explícito, promoviendo el temor en todos aquellos descendientes de Latinos pero que ya son ciudadanos de los USA.
Ese sector que ya está legal desea espacio y distinción, y Trump se lo ofreció. Los dominicanos andamos buscando seguridad económica, no queremos perder nuestra fe (que también es cultural, es identidad religiosa), queremos orden o estructura, debido a las prácticas caóticas que nos dominan por generaciones; Trump logró encarnar esa necesidad de los dominicanos.
Lo que estamos tratando de expresar es que no importa si somos de la izquierda o de la derecha; si somos demócratas o republicanos, si no existe un discurso y una política que alimente las necesidades cardinales de los receptores, ese sector se verá obligado a saltar las paredes doctrinales que delimitan nuestro accionar político; buscaremos otras sendas que nos hagan sentir más cómodos y seguros.
Trump es atacado por promover la supremacía anglosajona; pero después de la campaña, su accionar es distinto, entiende los cambios sociales y su impacto en la política de los USA; fíjense que nombró a un hijo de inmigrante cubano, Marco Rubio, ahora será el Secretarío de Estado de los Estados Unidos.
Marco es el primer político de ascendencia hispana en ocupar esa posición tan delicada y determinante para dicha nación. Marco Rubio genera en el dominicano un efecto positivo y de cercanía hacia Trump; históricamente entre Cuba y República Dominicana ha existido un eterno compromiso de amistad. Seamos de Trump o no, debemos estar atentos a los cambios y a las políticas internacionales que afectarán positivamente o negativamente a los dominicanos, pero también a los hispanos.