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Como diría el comentarista y periodista deportivo Franklin Mirabal, hablando del Licey, podríamos decir que es “sabroso” el chivo dominicano, una de las comidas preferidas por el pueblo, y la gente sabe que también ese nombre se usa para calificar al ciudadano que se asusta con cualquier cosa y que desconfía de todo lo que le rodea dando saltos como los chivos, símbolos de cautela y temor de casi todo lo que se le acerca.
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Por eso a quien salta por cualquier ruido cercano, le dicen un hombre “chivo” y aquí les comparto la razón del título de este artículo: Estamos en una corriente colectiva de recelo porque muchos ciudadanos nos comportamos como chivos porque nos arropa la delincuencia, nos acorralan los monstruosos taponamientos del tránsito, nos incapacitan para nuestras tareas habituales los apagones, nos sorprenden los actos de corrupción de gobernantes, funcionarios y políticos, nos asfixia la basura por todas partes y el caos del tránsito que provocan conductores desaprensivos encabezados por los motoristas que, como escuché a un vecino decir, “les hiede la vida”.