La República Dominicana expulsó a su startup de US$3 millones

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Cuando el fundador dominico–estadounidense Héctor Alex Terrero anunció que su startup Heva había cerrado una ronda pre–semilla multimillonaria para construir una plataforma nativa de IA para la salud transfronteriza, la mayoría lo trató como un titular de “diáspora exitosa”: bandera dominicana, IA, healthtech, progreso, y ya.

Si realmente te importa el ecosistema startup dominicano, ese anuncio se lee muy distinto. No es solo una victoria. Es una advertencia.

Durante casi dos años, Terrero intentó construir su startup desde Santo Domingo. Lanzó Moneda, una fintech orientada a la inclusión financiera, operó desde aquí y dedicó tiempo explicando a instituciones por qué la IA y las startups de escala no eran cosplay de Silicon Valley, sino infraestructura básica para la próxima década de la economía de innovación dominicana.

El sistema aplaudió la narrativa. No respaldó al fundador.

Cuando el centro de gravedad de Heva se movió a Estados Unidos, la reacción cambió. En cuestión de meses, Terrero y su cofundador cerraron aproximadamente US$3 millones en pre–semilla, con un cap table que incluye fondos como Collide Capital, Flybridge, Benchstrength, Techstars y otros, que operan en el mundo real del riesgo de capital de riesgo, no en presentaciones de PowerPoint.

Mismo fundador. Misma tesis. Diferente jurisdicción.

Esa comparación es la verdadera historia para cualquiera que hable en serio de venture capital en la República Dominicana.

El fundador que decimos querer… hasta que pide más que un panel

En el papel, Terrero encaja en todos los discursos de “innovación” del país:

– dominicano de nacimiento,
– inmigrante de primera generación,
– ex ingeniero de Apple en la intersección de IA, fintech y salud.

No vino solo para un par de charlas. Con Moneda, apuntó a los no bancarizados. Con lo que se convirtió en Heva, se movió al espacio donde la República Dominicana ya se vende con fuerza: turismo de salud y atención médica transfronteriza.

En cualquier mapa racional de la economía de innovación dominicana, el crecimiento de Heva debió estar estrechamente ligado a este país:

– Clínicas y hospitales dominicanos como early adopters de una plataforma healthtech nativa de IA.
– Reguladores aprendiendo en tiempo real de una startup transfronteriza en vez de leer casos de estudio cinco años tarde.
– Ingenieros, operadores y analistas dominicanos adquiriendo experiencia de primera en infraestructura global de turismo médico.

En cambio, la multiplicación ocurre ahora en Nueva York. Las estructuras legales, la gobernanza, las contrataciones senior y las segundas derivadas crecerán alrededor de un centro extranjero. La República Dominicana podrá repostear la noticia y llamarlo “talento dominicano brillando afuera”. Eso es branding, no estrategia.

Los fundadores no adivinan. Diagnostican el sistema.

En más de una ocasión, las actividades oficiales de “emprendimiento” han mostrado una brecha clara entre discurso e impacto: eventos con buena puesta en escena, mientras los fundadores resuelven fuera del salón. Cuando se conversa con ellos, el diagnóstico suele ser menos diplomático.

Resumiendo lo que fundadores en esta posición dicen pública y privadamente:

– La República Dominicana no está estructuralmente equipada para el capital de riesgo. Faltan marcos robustos de protección al inversionista, infraestructura escalable y alineación entre política pública y el perfil de riesgo que requiere el venture capital.

– El ecosistema confunde regularmente pequeña empresa con startup escalable. Una optimiza por estabilidad y ganancia rápida; la otra está diseñada para escala y crecimiento exponencial. Meterlas juntas bajo “emprendimiento” y esperar resultados similares es una contradicción.

– Los fundadores que intentan usar estructuras modernas —C-corps de Delaware, banking rails internacionales, entidades transfronterizas— chocan con fricción bancaria y regulatoria que los hace parecer sospechosos en vez de invertibles.

– Demasiadas ofertas locales siguen llegando con términos difíciles de sostener: cheques pequeños a cambio de control desproporcionado, condiciones que dificultan levantar rondas posteriores en mercados más sofisticados.

– Y tal vez lo más revelador: las mismas organizaciones que dicen representar y potenciar la innovación y la fintech como ANJE o ADOFintech se han ido desconectando del calibre de fundadores y operadores que dicen servir. Sobran paneles, notas de prensa y desayunos de networking; faltan rutas accionables, presión institucional y marcos verdaderamente orientados al fundador. En un ecosistema sano, el talento gravita hacia sus gremios. En el nuestro, el talento los evita en silencio.

– Culturalmente, muchos proyectos se construyen para dominicanos, no desde la República Dominicana para el mundo. Funciona para campañas de orgullo; complica la escala.

Nada de esto trata de “un fundador que abandona el país”. La República Dominicana puede ser una base seria para venture si actualiza reglas, incentivos y estructuras.

No hace falta estar de acuerdo con cada línea para ver el patrón. Basta mirar el resultado: las startups intentan construir desde aquí, el capital especializado no está aquí, se van, aparece el dinero. No es drama personal. Es lógica de sistema.

La exportación exacta que decimos querer… y seguimos regalando

Heva es una plataforma nativa de IA para gestión y coordinación de atención médica transfronteriza. En términos simples: busca ser el sistema operativo para pacientes y proveedores cuando la atención de salud cruza fronteras, las mismas fronteras donde el turismo de salud dominicano dice prosperar.

Ahora, alineemos eso con el discurso local:

– Nos vendemos como hub de turismo de salud del Caribe.
– Hablamos de IA, transformación digital e innovación en cada foro.
– Ocupamos un corredor estratégico entre Norteamérica, Latinoamérica y Europa, justo donde la salud transfronteriza necesita coordinación.

Un país que creyera su propio libreto habría intentado anclar el crecimiento de Heva aquí: regulación tipo sandbox, pilotos institucionales, alianzas público–privadas con riesgo compartido, incluso apoyo diplomático para acuerdos de salud transfronteriza.

En cambio, esa arquitectura se construye ahora en un mercado cuyas leyes, bancos e inversionistas tratan el healthtech de IA como un activo legítimo, no como novedad.

No perdemos solo “una startup”. Perdemos:

– Empleos futuros de alta especialización.
– Futuros fundadores que nacerán de ese equipo y de sus alumni.
– Aprendizaje regulatorio que podría informar políticas más sofisticadas en salud, datos y movilidad.
– Confianza inversionista en el talento dominicano y en esta jurisdicción como base de escala.

Otros acumulan esas ganancias. Nosotros aplaudimos desde lejos.

No se trata solo de un caso. Historias como esta revelan cómo se valora y se precifica el riesgo y la oportunidad en el país.

En Whitepaper Bilingue: The Cost of Obsolete Risk Modeling in the Dominican Republic sobre modelos de riesgo y crédito en la República Dominicana, se repite un mensaje: los sistemas actuales fueron diseñados para una economía distinta a la que hoy genera valor.

Resumen:

– La narrativa macro luce estable; los sistemas de riesgo, no tanto.
– Los bancos siguen valorando papeles por encima de comportamiento, contratos formales por encima de patrones de pago, colateral físico por encima de capacidad real de generar ingresos.
– Más de la mitad de la fuerza laboral opera informalmente, pero demuestra confiabilidad diaria que el sistema no captura;
– Remesas, trabajo digital, movilidad y datos de comportamiento representan señales de confianza y productividad que casi no se incorporan al análisis.

En otras palabras, no solo expulsamos startups invertibles. Subvaluamos sistemáticamente a personas y proyectos que podrían sostener otra historia de crecimiento dominicano, porque los modelos siguen anclados en una economía pasada.

Las historias de cap tables dominicanas que se completan fuera y los diagnósticos sobre riesgo apuntan a lo mismo: el país parece más cómodo exportando talento que actualizando sus sistemas.

Las consecuencias no se quedan en el mundo startup. Alcanzan a nómadas digitales, trabajadores remotos, microempresas, hipotecas y formación de capital a largo plazo.

¿Cuántas señales de US$3 millones más vamos a ignorar?

Nos encanta el lenguaje de liderazgo:

– “Hub regional de fintech e IA”.
– “Plataforma de innovación para América Latina y el Caribe”.
– “Talento dominicano compitiendo globalmente”.

Pero liderazgo en economía de innovación no es un eslogan. Es trabajo técnico y político.
– Protección moderna al inversionista.
– Regímenes claros para startups respaldadas por capital de riesgo, distintos de las mipymes tradicionales.
– Reglas bancarias que procesen estructuras modernas sin defaultear a “no”.
– Capital doméstico que entienda que una ronda pre–semilla en 2025 no es un favor, es una decisión de portafolio.

Hasta que eso exista, “venture capital en la República Dominicana” seguirá siendo más estética de conferencia que motor económico.

Y hasta que eso exista, cada fundador dominicano que levante millones en Nueva York, Miami, Ciudad de México, São Paulo o Londres será a la vez:

– Un punto de orgullo en redes sociales.
– Una factura del valor que decidimos no anclar aquí.

Para quienes están intentando construir sistemas y no solo slogans, el patrón ya es difícil de ignorar. La oportunidad es grande. La fuga también.

Si eres institución, inversionista o responsable de política pública y no quieres que la próxima oportunidad del tamaño de HEVA se consolide en otro país, la tarea no es misteriosa: empezar por leer los diagnósticos que los fundadores ponen sobre la mesa, y seguir con los análisis técnicos que explican cómo competir por talento, datos y capital global, no solo por turistas.

A estas alturas, la historia se escribe sola: la República Dominicana no tiene un problema de talento.
Tiene un problema de incentivos, infraestructura e imaginación.

La única pregunta real es cuántas startups más estamos dispuestos a exportar antes de admitir que el sistema está funcionando exactamente como fue diseñado… y decidir, finalmente, rediseñarlo.

Referencias

  • Banco Central de la República Dominicana – Estadísticas de remesas y reportes macroeconómicos.
  • World Bank – Country Economic Memorandum; Human Capital Index; growth and productivity analysis.
  • Index / Mirex – Registro Sociodemográfico de los Dominicanos en el Exterior (última edición).
  • Organización Internacional para las Migraciones (OIM) – “Diáspora dominicana: inclusión productiva e inversión en el desarrollo nacional”.
  • Superintendencia de Bancos / SIMV – Normativas y estudios sobre riesgo, financiamiento empresarial y marco regulatorio aplicable.
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