Navidad, pantallas y unidad familiar

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La Navidad sigue siendo una de las épocas más hermosas del año: un tiempo para reencontrarnos, compartir y fortalecer los lazos que sostienen a la familia. Sin embargo, en medio de las reuniones familiares, se observa con inquietud cómo los dispositivos móviles ocupan un espacio creciente, alterando la calidad del encuentro humano. Cada vez es más frecuente ver a adultos, jóvenes y niños reunidos, pero con la mirada fija en el celular. Las conversaciones se interrumpen, la risa se diluye y la atención se dispersa.

Diversos estudios recientes confirman esta preocupación. Un análisis de Gutiérrez (2024) halló que “el uso excesivo del celular se asocia con una disminución significativa en la cohesión y adaptabilidad familiar”. Otro estudio concluye que “el uso problemático del smartphone afecta la comunicación entre padres e hijos y aumenta los conflictos familiares” (López, 2024). Además, una investigación publicada en RedALyC advierte que “el incremento en la utilización del smartphone reduce la interacción cara a cara y la calidad de las relaciones familiares cotidianas”.

Uno de los hallazgos más llamativos aparece en una investigación de 2025, que describe el fenómeno de la “presencia-ausencia”, afirmando que:

“El celular crea una ausencia presente: la persona está físicamente, pero emocionalmente distante.”

Esta imagen describe con precisión la escena de muchas familias durante la Navidad: juntas, pero desconectadas entre sí.

Lo paradójico es que la tecnología, tan útil para comunicarnos con quienes están lejos, termina a veces alejándonos de quienes están cerca. Podemos enviar mensajes al instante a otros países, pero ignorar la voz del familiar sentado a nuestro lado. En tiempos como estos, la Biblia nos recuerda una verdad esencial: “Todo tiene su tiempo” (Eclesiastés 3:1). También hay un tiempo para mirar la pantalla y otro para mirar a quienes amamos.

Los niños aprenden lo que ven. Si los adultos pasan largas horas frente al celular, ellos asumirán que ese es el modelo natural de convivencia. El problema no es la tecnología en sí, sino el uso desmedido que desplaza el diálogo, la escucha y la cercanía que hacen de la Navidad un tiempo especial. Por eso, el llamado no es a prohibir, sino a usar con equilibrio, pues todo exceso termina afectando la armonía familiar.

La Navidad es una invitación a recuperar lo esencial: conversar sin prisa, reír sin interrupciones, valorar la presencia de quienes nos aman y compartir desde el corazón. La verdadera unidad familiar no se construye con señales de wifi, sino con señales de afecto. Y quizá este año debamos hacernos una pregunta honesta: ¿estamos realmente presentes en la vida de nuestra familia o solo ocupamos un espacio físico?

Que esta Navidad nos encuentre presentes de verdad—con la mirada, la palabra y el alma—porque ningún dispositivo podrá sustituir la magia simple y profunda de estar juntos.

Referencias

  • Gutiérrez, M. (2024). Impacto del uso del celular en la cohesión familiar. ResearchGate.
  • López, A. (2024). Smartphone y comunicación familiar. MDPI.
  • Martínez, R. (2019). Uso del smartphone y relaciones familiares. RedALyC.
  • Torres, L. (2025). Presencia-ausencia en el uso del celular y vínculos familiares. Cognizance Journal.

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