Plomero con 4 años postrado a causa de un edema genital

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Joan Manuel Batista es un hombre de 46 años que ha visto su vida detenerse en una cama por una enfermedad que paraliza toda la rutina que él conocía: despertarse temprano a trabajar como plomero y poniendo bombas sumergibles, para luego llegar a su hogar y asistir a la iglesia, porque confiesa que le ha entregado su vida a Jesús.

No puede hacer todo esto porque padece de un edema, una hinchazón causada por la acumulación excesiva de líquido en los tejidos del cuerpo, de gran protuberancia en su órgano genital, que ha alcanzado el tamaño de su pierna con un pronunciado ancho, impidiéndole ponerse de pie.

Reporteros del periódico Listín Diario se trasladaron a la casa de Manuel para entender su proceso de salud y dar a conocer su historia.

Joan Manuel es un hombre de fe que menciona a Dios cada vez que puede y pinta su historia con optimismo y paz, con la confianza de que todo saldrá bien.

La enfermedad que le aqueja inició a sus 20 y tantos años; sentía "una bolita en su pene" que le molestaba ocasionalmente y por ello no lo consideró un problema.

Trabajó como plomero y técnico en bombas subterráneas y explicó el daño que generaron estos trabajos forzosos a su salud física y mental.

“Una bomba subterránea en la capital tiene que tener un descenso de 40 pies, mientras que en otros lugares del país son 20 pies; esos trabajos hay que hacerlos entre seis hombres; incluso dos de mis compañeros se tuvieron que operar por hernias”, dijo Batista.

La pandemia fue una época demasiado difícil para Manuel; con el límite de personas por contagio del COVID-19, el grupo de trabajo se redujo y la interacción también.

“Como nadie quería salir de su casa COVID-19, la demanda de bombas fue mayor y la gente me pasaba el dinero por la ventana, yo estaba muy cansado y le dije a mi esposa que necesitaba detenerme un momento”, narra.

Al hablar de su esposa, fue muy sincero y nos dijo que quería hasta llorar; su pareja es su compañera de vida, ha estado con él en sus momentos difíciles junto a sus hijas e hijastras, una familia que se ha mantenido humilde y unida.

“Mi esposa ha estado sufriendo estos cuatro años, me ha acompañado sin importar la situación; tengo dos hijas, una mayor de 25 y una de 14 que aún vive con nosotros, y mis hijastras; toda mi familia ha estado para mí, gracias a Dios”.

Cuando se tomó el receso de pandemia, duró tres meses bien.

“Yo me sorprendí de lo rápido que fue, podía sentarme en el sofá en ese tiempo, pero me puse muy grave, el edema creció mucho y ya no puedo ni pararme de la cama; mi salud ha empeorado por el metabolismo, el cuerpo simplemente no aguanta”, lamenta.

Intervención

El señor Manuel fue en dos ocasiones al hospital Francisco Mocoso Puello en ambulancia, donde le hicieron diversos estudios médicos para determinar si podía optar por una operación.

“Con el resultado de los estudios los doctores decidieron que debía bajar de peso, me dieron una dieta y me dijeron que en tres meses debía estar más delgado; cuando pasó el tiempo, volví al médico y me transfirieron con Cruz Jiminían, el médico del pueblo, y espero que todo salga bien”, comunicó Joan.

El costo de la operación para drenar el edema aún no se sabe, pero el lunes tendrá una cita evaluativa preoperatoria para entender cómo será todo el proceso con la operación y espera contar con ayuda de personas solidarias para poder cubrirlo.

El señor Joan Manuel Batista espera que su historia pueda ser un símbolo de fe y espera; cada persona que desee sumarse a la ayuda humanitaria del señor Batista y su familia puede contactarse con él al número ‪+1 (809) 907-9952‬.

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