Venezuela ¡No! (3)

De un tiempo a esta parte, en la patria de Simón Bolívar, y también del chileno venezolano Andrés Bello, se repiten con periodicidad los mismos adjetivos, la misma violencia y los mismos resultados. Pero, atención, lo que ocurre en estos días en Venezuela se da en un nuevo contexto internacional muy desafiante y que nos confronta en varios aspectos que como quiera que se las mire pueden ser decisivas para los venezolanos y para los americanos. La situación de ahora en la patria del “bravo pueblo” cobra vida en la alerta de José Martí cuando en su carta testamento de 1895 decía que estábamos a tiempo “de impedir… que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza, más sobre nuestras tierras de América.”

Bien. Quedan pocas dudas de que la alternativa de dictadura o democracia pregonada y promovida por los servicios comunicacionales del imperio es una falsedad completa. Los estudiosos y las víctimas de las dictaduras de Trujillo, Somoza, Batista, Pinochet o Videla nunca las confundirían con la situación venezolana, afectada nada más y nada menos que por una respuesta a más de 900 sanciones abiertamente contrarias a las leyes internacionales.

Tampoco en la llamada oposición venezolana encontramos credenciales democráticas ¿o alguien olvidó el compromiso y apoyo de la señora Machado al golpe de Estado del 2002 buscando derrocar al gobernante democráticamente elegido y sus servicios incompatibles con el cargo que ostentaba en dicha “dictadura” al Estado panameño? El excandidato presidencial por su parte tiene en su historia de vida noticias siniestras: en el Salvador se le recuerda como asistente principal del embajador venezolano Leopoldo Castillo (conocido como “el matacuras”) cumpliendo tareas de inteligencia en el marco de la “operación Centauro” cuya misión consistía en identificar y eliminar personal religioso militante por la paz.

El resultado de esos esfuerzos promovidos por la inteligencia norteamericana y cuyas huellas digitales están en el documento desclasificado “La multilateralización de la ayuda militar a El Salvador”(1980): fue de seis jesuitas asesinados (cinco de ellos españoles), más la cocinera y su hija de quince años eliminadas para evitar testigos. Otro éxito atribuible a la operación criminal que anotamos y del actual habitante de la patria de Franco son cuatro religiosas de Mariknoll, torturadas, violadas y asesinadas. Ignacio Ellacuría (sj), uno de los mártires de la UCA tenía avanzadas conversaciones con el FMLN para terminar el conflicto armado. No hay entonces ninguna posibilidad de que el futuro político próximo de Venezuela pueda reflejar la dicotomía de dictadura o democracia.

El problema de Venezuela es otro. Y el problema con Venezuela, también. Alguien inteligente escribió que el gobierno de Venezuela dispone de dos recursos: las Fuerzas Armadas y los recursos naturales y eso lo hace único tanto para la ultraderecha como para el imperio. Conste que un buen sector del empresariado venezolano no es parte de la conspiración de doña María Corina. El contexto sobre el que se quiere cargar con Venezuela es el de la crisis de la democracia neoliberal, expresada en Nuestra América como la crisis del régimen político que sucedió a las dictaduras. Lo que está ocurriendo no deja lugar para la discusión. Los periódicos, los noticieros y las redes dan cuenta de cómo en estos días en Argentina apalean a los jubilados, en Chile la Corte Suprema investiga a sus propios jueces, en Perú dictan leyes para favorecer a un genocida al que se le rinden honores de Estado y en Ecuador el estado de excepción constitucional es parte de la normalidad. Y no seguimos contando tan solo para no alargar el artículo.

Podrán algunos decir que esto -como comer gatos y perros- es propio de morenitos del sur del mundo. Invito a que revisen los diarios franceses donde los ganadores de la última elección fueron afuereados, o Ucrania donde a pesar de que el mandato del actual presidente se acabó en mayo, hace solo unos días eliminó otro partido de oposición al que hasta le confiscó sus bienes.

Venezuela ¡No!, o no es Venezuela. Hace falta algo más de inteligencia y de pensamiento crítico y menos de sumisión. A quienes siempre hemos defendido los derechos humanos y la urgencia del cambio social lo que comentamos nos obliga, una vez más, a abandonar lo que pudo haber de complacencia para asumir muchos compromisos olvidados.