Vivir del cuento

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Estos tres trabajos remotos pagan más de $100,000 dólares en 2024

Estos tres trabajos remotos pagan más de $100,000 dólares en 2024

José no trabaja y lo de los estudios nunca ha sido su fuerte, por eso prefirió salirse de la escuela y no seguir cogiendo lucha. Para su comodidad, tiene un hermano que vive fuera y manda sus remesas desde allá para él y sus viejos; tendrá que decirle que aumente la cuota porque todo se va encareciendo (inclusive la bebida) aunque, en la medida en que sube la tasa de cambio, estarían supuestos a rendir más. ¿Por qué tendría que fajarse, si cuenta con esa entrada?

Luisa tiene buenos atributos físicos, con una melena envidiable que ha cuidado desde pequeña, no necesita más que saberla utilizar y contonearse hasta llamar la atención de alguien que pudiera cubrirle sus gustos. No es que esté hecha precisamente para el matrimonio, pero en los lugares que frecuenta encontrará un buen partido para no tener que dar un golpe. Ya está harta de hacer oficios en la casa y de la cantaleta de su mamá de que se ponga a estudiar o a trabajar para que no termine como ella ¿para qué tendría que afanar, si conseguirá un marido que la mantenga?

Emilia tiene muchos años de casada y su esposo tiene un negocio muy próspero del que requiere ayuda constante, ella estudió administración, pero se encuentra muy cómoda yendo al gimnasio todos los días y juntándose con sus amigas de vez en cuando, los muchachos están grandes y ya no dependen de ella, por lo que le toca ahora disfrutar sus mejores años. Sus hijos solo esperan por la herencia y están haciendo poca cosa ¿para qué tendrían que limitarse su existencia, si tienen suficientes ingresos para vivir holgadamente?

Mientras esto ocurre, hay otros jóvenes que estudian y trabajan afanosamente para ayudar al sostenimiento de su casa, que apuestan a salir de la pobreza y de la escasez con su propio esfuerzo, sin más ayuda que su preparación y a la espera de que, cuando esa oportunidad llegue, los encuentre listos. Muchachas que no apuestan a su físico, sino a su capacidad e intelecto para no depender de otros, pero dispuestas a unir sus vidas para un plan en común con alguien que las respete y las valore como su igual. Esposas que, hombro con hombro, apoyan a sus maridos en el proyecto empresarial de la familia porque saben que solo juntos pueden hacerse más fuertes. Entonces, no es cuestión de suerte porque, en lo que unos viven del cuento, otros crean, producen y hacen posibles sus historias personales, por ser ellos sus propios protagonistas, ni villanos, ni princesas, pero sí en la lucha diaria de un final feliz.

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