Sin reforma fiscal el que pierde es el país

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Negándose a elevar la presión impositiva, que es la más baja de América (13.9%), lo que en los hechos hace el Estado dominicano es renunciar con lesiva complacencia a captar un porcentaje razonable de los beneficios o excedencia de dividendos de actividades productivas de sus ciudadanos y razones sociales. Se ha satanizado a los impuestos con más entusiasmo que cualquier tenaz evasor. La didáctica oficial no puede ser peor como si se ignorase o faltara conciencia de que por definición lo que hace protagónico, solvente y favorable a los gobernados es que el fisco, aplicando sus carga con sentido de justicia y sin excederse en tasas a los pobres, sustente el gasto público, construya infraestructuras para transporte y energía etc. Preste servicios de sanidad, educación, seguridad a la población y protección social: ¿Existe algún otro fin de Estado más conveniente a la nación? El tributo es herramienta para la redistribución del ingreso a través de las múltiples formas de devolver lo captado en obras y asistencia social cuando no se le desvía sin pudor disparando la resistencia a pagar de mucha gente. El que haya faltado honestidad anteriormente al administrar recaudos y que se pretendiera gravar desproporcionadamente a potenciales contribuyentes no da razones para renunciar a tocar rentabilidades lo que pone la fiscalidad a descansar más en gravámenes al consumo; una subordinación que genera injusticia para las mayorías de bajos ingresos y libera de carga privilegiadamente a los de altos ingresos.

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Y otra de las peores consecuencias: la pobreza fiscal del Estado dominicano lo tiene atrapado en endeudamientos hasta para pagar intereses, artificialidad que sustenta más gastos que inversiones aunque la publicidad gubernamental genera un espejismo de abundancia que no es tal. El fisco debe recaer en la generación local de riquezas para sustentar el estado de bienestar actualizando impuestos para que no resten operatividad a los medios de producción; Y hacerlo reintroduciendo el proyecto de código tributario basándolo en la igualdad . El criterio presidencial de dejar interminablemente fuera de agenda la reforma, con serios riesgos para la salud financiera, no debe prevalecer.

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