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EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.– Desde hace décadas, la cooperación taiwanesa y diferentes instituciones, como Codopesca y el IDIAF, se propusieron fomentar la acuicultura con poco éxito en la República Dominicana, un país isleño y pesquero acostumbrado a consumir peces de agua salada.
La población de ese entonces se resistía a comer la tilapia, aduciendo que este pez tenía “sabor a tierra”. Hasta hace unos pocos años, existían quizás unos 20 o 30 obstinados acuicultores que persistían en el negocio más por pasión que por ganancias.
La realidad de hoy es diferente. El país cuenta con al menos 3,000 acuicultores activos o en proceso de criar diferentes especies, como camarón de agua dulce y salada, dorada, mero basa o pangasius, y con una producción récord de 37,434 quintales de tilapias proyectada para el cierre de 2024. Esto refleja el fortalecimiento de la seguridad alimentaria del país y el giro positivo dado por la acuicultura dominicana, gracias en buena parte al apoyo estatal a proyectos familiares, comunitarios e institucionales de crianza piscícola en estanques y jaulas flotantes.
Así lo interpreta el economista Hecmilio Galván, director del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA), quien identifica la última década como el “boom” de la tilapia. Este crecimiento no solo ha incrementado la disponibilidad de proteína animal de calidad y diversificado la dieta criolla, sino que también ha mejorado los índices de desarrollo humano y el nivel de vida en comunidades vulnerables.
En consonancia con el crecimiento del mercado mundial de tilapias, que alcanzará los siete millones de toneladas este año, la producción local ha aumentado en un 48.7 % en 2024, con relación a 2020, cuando era de solo 26,676 quintales, según estadísticas del Ministerio de Agricultura.
Quizás la tilapia, pez de origen africano de buen sabor y precio competitivo, no sustituya al cerdo ni al pollo en las cenas tradicionales del 24 y el 31 de diciembre. Sin embargo, en los últimos 18 meses, ha comenzado a ocupar un lugar destacado en la gastronomía dominicana, gracias a los esfuerzos conjuntos de los sectores público y privado desde su introducción al país en la década de 1950.
Esfuerzos estatales para fortalecer el sector
El Plan Nacional para el Relanzamiento del Sector Acuícola, liderado por el FEDA con el lema “Dao Al Pecao”, busca incrementar la producción de tilapia en 245,000 libras adicionales anualmente. Esto se traduce en un aumento del consumo local del 10 % y en la reducción de la dependencia de importaciones, que alcanzaron RD$14,650,000,000 en 2023.
Desde mediados del año pasado, el FEDA ha destinado más de RD$40,000,000 a donaciones de alevines, capacitaciones, asistencia técnica y financiamiento de proyectos asociativos de cría. Hasta la fecha, se han entregado 3.1 millones de alevines a 327 piscicultores y se han capacitado a 4,636 personas en 78 actividades formativas, el mayor esfuerzo en capacitación acuícola en la historia del país.
Proyectos comunitarios destacados
- Fuerza Aérea Dominicana: Recibió RD$3,600,000 para la construcción de seis estanques y 30,000 alevines, lo que permitió el inicio de la producción.
- CoopMoscú (San Cristóbal): Financiada con RD$1,500,000 para producción de tilapias.
- Asomune (Yamasá): Préstamo de RD$2,225,400 para operar un centro acuícola.
- Cooperativa El Cascajal (San Rafael del Yuma): RD$1,500,000 para adquirir estanques con capacidad para 4,000 alevines cada uno.
Gastronomía y nutrición
La tilapia es un alimento nutritivo y versátil. Cada 100 gramos contienen 20 g de proteína, 1.7 g de grasa, 96 calorías y minerales esenciales como potasio y fósforo. Su integración a la dieta ayuda a mejorar la nutrición, la salud cardiovascular y el rendimiento físico.
Con precios asequibles y una amplia aceptación, la tilapia se ha convertido en una opción destacada en restaurantes locales, que ofrecen variedades fritas, guisadas o al coco, entre otras preparaciones.
Impacto social y económico
El auge de la tilapia ha generado empleos directos e indirectos, mejorado los ingresos de familias piscicultoras y reducido la emigración en comunidades rurales. Como enfatiza Galván: “Donde se desarrolla la cría de tilapias, se observa un alto porcentaje de la población que permanece en su lugar nativo”.