En Casa Alfarera, también se trabaja la cerámica utilitaria, piezas que resisten el uso cotidiano de una casa
Casa Alfarera Santo Domingo es un taller de fabricación de cerámica artesanal hecha a mano con materiales obtenidos a través de excavaciones y procesados a nivel local. En este taller, ubicado en la Zona Colonial, se fabrica una amplia variedad de objetos utilitarios y decorativos para uso diario y para industrias, así como para clientes privados. Sus cuerpos de barro son elaborados por artesanos dominicanos a base de recetas de minerales que llegan a su punto óptimo de cocción a mil 250 grados Celsius; el esmalte que se les aplica está libre de tóxicos.
Su fundadora y propietaria, la ceramista venezolana, Ysabela Molini, egresada de Practicing Institute, Nueva York, explicó que el taller se fundó en 2013, y que el mismo “ha crecido orgánicamente, a medida que les llegaban los trabajos, esto nos permitió ampliar el oficio y entrenar a más personas, ya que la alfarería no cuenta con una amplia cantidad de artesanos disponibles para trabajar. Es por eso que necesitamos con urgencia una generación de relevo en este oficio”.
Molini manifestó que conforme pasan los años, el taller ha tomado forma, pero que sus objetivos establecidos desde su fundación siguen siendo su fuerza motriz. Sus tres estándares principales son: pureza de materiales y procesos; estricto enfoque en el nivel de artesanía y establecer una relación con el cliente para comprender y satisfacer sus necesidades. “En principio, nosotros hacíamos trabajos informales, porque no teníamos una clientela fija, pero después fuimos formalizando hasta conformar un equipo, compuesto por 10 personas”, manifestó Molini, quien llegó al país hace más de quince años.
Explicó que el barro que utilizan para confeccionar las piezas es extraído de forma individual por el personal de la empresa en las distintas minas existentes en el país, además de que ellos mismos lo procesan desde el principio hasta el fin.
Sus piezas
En Casa Alfarera se trabaja la cerámica utilitaria, piezas que resisten el uso cotidiano de una casa. También fabrican piezas para la industria local, como hoteles y restaurantes; para ingenieros y arquitectos, entre otros clientes privados. Entre las piezas que fabrican se destacan lavamanos, tarros para matas, vajillas para restaurante, platos, vasos, lámpara de mesa y de techo; piezas decorativas, losetas para cubrimiento de paredes, pisos, entre otras piezas funcionales que resisten el uso cotidiano.
En ese sentido, Molini indica que la fabricación de estas piezas conlleva un proceso largo, complejo y costoso, que a veces no solo “sintetizamos nuestros materiales, sino también los procesamos desde el principio hasta el final, porque nuestro objetivo no es aplicar las técnicas, sino más bien mantener la calidad”.
De acuerdo a Molini, para que estas piezas puedan ser utilizadas, deben tener un cuerpo de barro resistente y coherente con el esmalte que se usa, el cual dura a lo largo del tiempo; que exista compatibilidad entre el barro y el esmalte, y además, que tenga una resistencia física para poder aguantar el uso diario, “porque la mayoría de las piezas que hacemos son platos que se utilizan todos los días en casas o en restaurantes”.
Proceso de las piezas
La realización de las piezas artesanales requiere de una serie de procesos que se dan luego de la extracción del barro, el cual luego de secado, se muele, se cierne y es llevado a las piletas, donde se introduce la receta de los materiales y se remueve para que se vaya mezclando.
“Como la mezcla está en el agua, van cayendo todos los polvos al fondo de la pileta y entonces el agua sube, la cual retiramos, quedando en el fondo como una especie de yogur, que luego se saca, se sube a unos filtros para eliminar el exceso de agua. Luego se pasa por una máquina que lo comprime para después tirar al torno”, describe Molini.
En ese sentido, dijo que todas las piezas se hacen al torno; y después de ese proceso se secan, se lijan y se les pasa una esponja húmeda, para llevarlas luego al horno por primera vez a bizcocharse”.
Explica que aunque la pieza parece que está seca, siempre tiene partículas de agua dentro, que luego de llevada al horno a 600 grados Celsius se retira y ahí es cuando se convierte en soluble.
Molini indica que para enfriar una pieza le dan el doble del tiempo que ésta permaneció en el horno. “Es decir, que si una pieza duró en el horno 12 horas, entonces durará 24 para enfriar”.
Indicó que para que las piezas no tengan choques térmicos se pintan con la receta en barro y materiales de vitrio, para lo cual utilizan una pistola a presión, aunque dijo que en ocasiones, para pedidos especiales, y en piezas específicas, prefiere darles pintura a mano, se limpian los bordes con una esponja y vuelven al horno a mil 250 grados Celsius
(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)