Maridalia Hernández y Frank Ceara, sus invitados
Danny Rivera arrancó su aplazado concierto con Amar o morir, del español José María Purón, una canción de las más populares y antiguas de su repertorio.
La noche de este sábado fue su debut en el desafiante Anfiteatro de Puerto Plata (”nada tiene que envidiarle al Olimpia de París, siéntanse orgullosos”) de la mano del productor puertoplateño Julio Almonte. Respaldo de Life Style Royal Suites.
El concierto siguió con Cada vez otra vez, de la dominicana Leonor Porcella, donde en la coda Danny, que porta unas cuantas libras de más, estuvo arrodillado cerca de un minuto, mientras lo ovacionaban. Antes había brincado demasiado, emocionado.
Hizo la primera parte de Tú, sentado en una banqueta. Luego se puso otra vez de pie.
“Hablo de un júbilo especial, porque a Puerto Plata llegó en el siglo pasado gente de Puerto Rico huyendo de los huracanes… y ahora se repite la historia en este humilde servidor. Llegué en una canción… y ustedes me han acunado con mis sueños de cantor. Gracias”, dijo emocionado el hijo del Barrio Obrero en Puerto Rico, con más de 55 años de vida artística.
Mi árbol y yo, de Alberto Cortez, le devolvió ovaciones. Lástima que no había seguidor para sus movimientos en escena. Al final bailó samba, demostrando su ligereza de pies. “La verdad que ya no estoy para estos trotes. Me voy a retirar”, dijo en broma.
Explicó que el año pasado le invitaron a Miami a los premios Musa. “Y fui porque a mí compadre Cheo Zorrilla lo exaltaron al Salón de la Fama”. Con las alas rotas, cantó, siempre acompañado de la banda que le arma cuando se presenta en el país el maestro Amaury Sánchez.
Muy histriónico, Danny, de 72 años, hizo una pausa pequeñita como para secarse el sudor del Atlántico y arrancó el vals peruano Ódiame (con pasillos incluidos) de los coterráneos de Vargas Llosa, Federico Barreto y Rafael Otero Lopez.
Después regaló No hay distancia para nuestro amor, de su álbum Gitano ante un Anfiteatro de Puerto Plata colmado de personas casi todas seguidores suyos de siempre.
Seguidamente interpretó una danza (pariente del danzón, la contradanza y el bolero), que incluyó un bordeado solo de clarinete de Sandy Gabriel. Invitó a escena a Frank Ceara, a quien llamó una de las grandes voces de América. A dúo cantaron Esta canción es tuya, del propio Danny y José Nogueras, ocasión para un buen juego de voces. Ceara solo cantó A pesar del tiempo, que hiciera popular Yolandita Monge.
Maridalia fue recibida de pie. Te ofrezco, con otro solo de Sandy Gabriel. Maridalia se encargó de presentar la banda, que incluyó entre otros a Guarionex Aquino. Luego hizo a dúo con Frank, Para quererte. El público los obligó a regresar a escena y cantaron Amor de conuco, de Juan Luis Guerra. Danny, grande, en los coros.
Enseguida que los despidió Danny puso Alfonsina y el mar, previa introducción melódica de Sandy Gabriel en el saxo.
Para toda la vida, al final obligó a la gente a besarse.
El Vals de las mariposas, en las postrimerías, Los hombres de rabia lloran, otra de Cheo Zorrilla. Ovación.
Dos amantes. A todo lo largo del concierto Danny regaló energía y vitalidad, arte depurado y buen gusto.
Ya en postrimerías hizo Amada amante y su innegociable Madrigal.
Para el final-final improvisaron Por amor, del puertoplateño Rafael Solano, a trío con Maridalia y Frank.
Ñapa: Tu pueblo es mi pueblo. Todos. Por primera vez, no llovió.
(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)