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Cómo las Empresas Dominicanas Pueden Fortalecer su Inversión en Ciberseguridad

Descubre cómo las empresas dominicanas pueden fortalecer su inversión en ciberseguridad con estrategias claras y evaluaciones regulares. Aprende las recomendaciones clave para proteger tu negocio de amenazas digitales.

En el contexto de una República Dominicana que enfrenta más de 233 millones de intentos de ciberataques anuales, las decisiones sobre dónde invertir en defensa digital se han convertido en una prioridad estratégica para los líderes empresariales. Sin embargo, esta urgencia no siempre va acompañada de claridad. Según los expertos en seguridad digital de la región, el 40% de los líderes en América Latina admite no saber con precisión en qué invertir para fortalecer la ciberseguridad empresarial, una cifra que refleja una brecha crítica entre la percepción del riesgo y la capacidad para responder de manera efectiva.

Las empresas dominicanas enfrentan un dilema estructural. Más de la mitad de las organizaciones en Latinoamérica carece de un calendario regular de evaluaciones de riesgo, lo que las obliga a actuar de manera reactiva en lugar de proactiva. Esta debilidad se traduce en que las compañías revisan sus medidas de protección únicamente cuando ocurre un incidente o aparece una alerta externa, un enfoque que resulta costoso y poco efectivo en un entorno donde los ciberdelincuentes utilizan inteligencia artificial ofensiva para automatizar sus ataques a una velocidad de 36,000 intentos por segundo. El panorama se complica aún más cuando se consideran otras deficiencias documentadas. Aunque muchas empresas realizan simulaciones de incidentes, una de cada cinco no tiene ninguna rutina de pruebas, una carencia que abre brechas críticas en su preparación real. Peor aún, el 29% de los responsables de seguridad en la región afirma no contar con una estrategia clara de seguridad digital, lo que refuerza una realidad inquietante: para muchas organizaciones, el desafío no está únicamente en contar con recursos suficientes, sino en la ausencia de una directriz estructurada que guíe las decisiones, priorice los recursos y defina el nivel mínimo de protección necesario.

Existe una disparidad peligrosa entre la confianza que las empresas tienen en su protección digital y el nivel de seguridad que poseen en realidad. Cuando una organización cree estar más protegida de lo que realmente está, se vuelve significativamente más difícil identificar verdaderas prioridades, justificar nuevas inversiones y corregir los puntos críticos que exponen el negocio a riesgos inminentes. Este fenómeno, denominado sesgo de confianza excesiva en seguridad, ha sido documentado en múltiples estudios y se manifiesta de manera particular en el contexto dominicano, donde el 69% de las organizaciones admite no tener control total sobre accesos privilegiados, según datos del informe Cisco Duo sobre Seguridad de Identidad 2025. Esta falta de alineación entre la percepción y la realidad genera esfuerzos dispersos y decisiones que no responden a las necesidades más urgentes. Muchas empresas avanzan en ciberseguridad sin una percepción concreta de cuáles son sus vulnerabilidades reales, un desconocimiento que compromete la eficacia de cualquier inversión realizada.

Kaspersky, líder global en ciberseguridad, ha presentado una metodología clara que la República Dominicana está adoptando como parte de su Estrategia Nacional de Ciberseguridad 2030 mediante iniciativas detalladas en cifras y acciones clave para blindar el entorno digital. La recomendación fundamental es que los responsables de seguridad adopten un enfoque pragmático basado en un diagnóstico estructurado del estado actual de la ciberseguridad o, alternativamente, en un análisis de riesgos basado en el impacto que un incidente podría generar en la organización. Una herramienta especialmente relevante es el Análisis Factorial del Riesgo de la Información, conocido por sus siglas en inglés FAIR, que permite cuantificar el riesgo en términos financieros y operativos. A partir de este diagnóstico, ya sea mediante un análisis de debilidades o una matriz de riesgos, el equipo de seguridad contará con un documento objetivo que identifica las áreas críticas que requieren mejoras y deben recibir las primeras inversiones. Este enfoque es especialmente valioso para las empresas dominicanas porque no solo expone las razones para justificar cada inversión, sino que también define beneficios concretos y medibles. En un contexto donde el presupuesto puede ser un limitante, una estrategia pragmática permite establecer un nivel de protección adecuado para cada organización, así como la inversión y el tiempo requeridos para alcanzarlo.

La belleza de este enfoque estratégico radica en su flexibilidad. Desde pequeños negocios que buscan establecer controles básicos hasta grandes corporaciones que requieren una arquitectura sofisticada, todas pueden plantear mejoras de forma objetiva. La diferencia está en la magnitud del trabajo y el nivel de complejidad, no en la necesidad fundamental de contar con una dirección clara. Para las pequeñas y medianas empresas dominicanas, el primer paso podría incluir la implementación de autenticación multifactor, la gestión centralizada de accesos y un programa básico de conciencia sobre seguridad. Para organizaciones más grandes, especialmente aquellas en sectores críticos como manufactura, salud y finanzas, la inversión debe dirigirse hacia soluciones más sofisticadas de detección de amenazas, respuesta ante incidentes y gestión de vulnerabilidades avanzadas. El Centro Nacional de Ciberseguridad de República Dominicana ha reconocido que la industria manufacturera es el sector más atacado en el país, representando casi la mitad de los incidentes de malware diarios según el epicentro de la ciberseguridad regional. Esta realidad debe traducirse en prioridades claras de inversión para este sector: protección específica de entornos de tecnología operacional, monitoreo continuo de redes industriales y planes de respuesta especializados.

Para garantizar que las inversiones en ciberseguridad sean efectivas y generen retorno, los expertos recomiendan establecer un ciclo de mejora continua basado en medición constante del avance. Las prácticas fundamentales incluyen: establecer un calendario de evaluaciones de riesgo recurrentes, con una periodicidad mínima trimestral o semestral, permitiendo que la organización mantenga una visión actualizada de su postura de seguridad; realizar simulaciones de ataques mensuales o trimestrales, incluso en formato simplificado, para medir avances e identificar la necesidad de ajustar las acciones de mitigación y respuesta; definir indicadores de riesgo claros, vinculados directamente a los planes de continuidad e impacto operativo en el negocio, asegurando que cada métrica tenga relevancia estratégica; revisar políticas y controles basándose en datos de nuevos ataques y riesgos disponibles mediante servicios de Inteligencia de Amenazas, no solo por criterios de cumplimiento normativo, lo que aumenta significativamente las posibilidades de neutralizar ataques en curso; alinear las inversiones a los resultados esperados, priorizando correcciones que reduzcan la exposición y fortalezcan la gobernanza empresarial.

En República Dominicana, la Ley 172-13 sobre Protección de Datos Personales exige que las empresas implementen medidas razonables de seguridad, algo que hoy se mide en prevención documentada y capacidad de respuesta. Sin embargo, la ciberseguridad no es únicamente responsabilidad de las instituciones públicas o de los departamentos de TI. Cada empresa, sin importar su tamaño, debe implementar prácticas robustas de gestión de riesgos, establecer protocolos de acceso seguros y mantener procesos de actualización tecnológica continua. La mayoría de los incidentes cibernéticos se originan en errores humanos o en sistemas sin el mantenimiento adecuado, como se advierte con el aumento de ataques de ransomware en República Dominicana. Esto significa que la seguridad no depende únicamente de la tecnología, sino también de la educación digital y de una gestión responsable de la información. Las organizaciones que han logrado fortalecer su postura de seguridad lo han hecho mediante un enfoque integral que combina infraestructura avanzada con capacitación constante para sus colaboradores.

República Dominicana ha demostrado liderazgo regional en ciberseguridad al ocupar el primer lugar en Latinoamérica en el Índice Nacional de Ciberseguridad, con una puntuación de 71.67 puntos. Este logro es el resultado de la gestión del Centro Nacional de Ciberseguridad, la implementación de políticas públicas efectivas y la cooperación multisectorial. Sin embargo, el trabajo apenas comienza. Las empresas dominicanas que deseen fortalecer su inversión en ciberseguridad deben avanzar desde la reactividad hacia la anticipación estratégica. Esto implica diagnosticar con precisión su vulnerabilidad actual, establecer prioridades basadas en datos concretos e implementar un ciclo de mejora continua que asegure la efectividad de cada inversión realizada. Solo así será posible construir un entorno empresarial verdaderamente resiliente, capaz de operar sin riesgos en el panorama de amenazas digitales cada vez más sofisticado. La ciberseguridad empresarial no es un destino, sino un viaje que exige disciplina, visión estratégica y compromiso constante. En la República Dominicana, donde la transformación digital representa una oportunidad económica y competitiva sin precedentes, las empresas que adopten este enfoque no solo protegerán su continuidad operativa, sino que también fortalecerán su posición como actores confiables en el mercado regional e internacional.

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