En el marco de la conmemoración del Viernes Santo, la Catedral Primada de América se convirtió nuevamente en el epicentro espiritual de República Dominicana con la celebración del tradicional Sermón de las Siete Palabras. Este acto litúrgico, que une a miles de fieles en recogimiento y oración, trascendió el ámbito religioso para convertirse en un espejo crítico de la realidad social dominicana. A través de las últimas frases pronunciadas por Jesucristo en la cruz, líderes eclesiásticos y laicos tejieron un discurso que interpeló a la conciencia nacional sobre temas urgentes como la violencia, la desigualdad económica y el papel de la familia en la reconstrucción del tejido social.
Significado histórico y espiritual del Sermón de las Siete Palabras
La Catedral Primada de América, monumento que guarda quinientos años de historia, acogió una vez más esta ceremonia que fusiona el misterio sagrado con la reflexión comunitaria. Desde sus bóvedas coloniales, el sermón resonó como puente entre la Pasión de Cristo y los dramas contemporáneos de la sociedad dominicana. El acto contó con la participación de figuras clave como el padre Keiter de Jesús Luciano Alcántara, director de Pastoral Juvenil, y la hermana Trinidad Ayala, coordinadora de Salud Arquidiocesana, quienes guiaron a los presentes en un viaje desde el Gólgota hasta los barrios marginados de Santo Domingo, siendo parte destacada de la retransmisión oficial desde la Catedral Primada.
Las Siete Palabras como diagnóstico social
Cada una de las expresiones cristológicas fue interpretada como clave hermenéutica para descifrar los desafíos nacionales. La primera palabra —«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»— se transformó en denuncia profética contra la espiral de violencia que azota comunidades enteras. Los predicadores señalaron cómo el perdón, lejos de ser ingenuidad, exige justicia restaurativa y políticas públicas que ataquen las raíces de la delincuencia. Desde las gradas de la catedral se escuchó un llamado a combatir no solo los actos violentos sino también las estructuras que generan exclusión social, un mensaje ampliamente acogido según el desarrollo cubierto en la transmisión del evento en tiempo real.
La tercera palabra —«Mujer, he ahí tu hijo; he ahí tu madre»— sirvió para analizar la crisis de valores familiares en tiempos de migración masiva y precariedad económica. Los oradores destacaron el rol insustituible de las mujeres dominicanas como columnas de resistencia ante el desempleo y la inflación, citando ejemplos de madres que sostienen hogares con múltiples trabajos informales. Esta reflexión se entrelazó con estadísticas sobre el aumento de hogares monoparentales y la necesidad de políticas de apoyo a la maternidad.
Críticas proféticas a las instituciones
En su análisis de la cuarta palabra —«Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»—, los predicadores dirigieron su mirada hacia el sistema de salud pública. Con tono firme pero esperanzado, denunciaron la situación de hospitales colapsados donde pacientes comparten camillas y medicamentos esenciales escasean. Se relató el caso emblemático del Hospital Moscoso Puello, donde familiares deben proveer hasta guantes quirúrgicos para sus seres queridos. La crítica no se limitó al ámbito médico: se señaló la corrupción como cáncer que drena recursos destinados a educación y vivienda digna.
El padre Nicolás Cuello Hernández, en su meditación sobre la segunda palabra, comparó la promesa del paraíso con las falsas esperanzas políticas. Con audacia pastoral, cuestionó a líderes que usan discursos religiosos para enmascarar negocios turbios, instando a los fieles a discernir entre la fe auténtica y el populismo electorero. Sus palabras resonaron ante los recientes escándalos de desvío de fondos públicos que han conmocionado al país, lo cual fue objeto de análisis en una cobertura enfocada en las críticas a la realidad nacional abordadas en el sermón.
La familia como alternativa civilizatoria
Al abordar la quinta palabra —«Tengo sed»—, el diácono Ángel Cano Sención planteó una innovadora teología de la solidaridad. Más allá de la sed física de Cristo, interpretó este grito como hambre de justicia social en los bateyes azucareros y barrios marginados. Propuso crear redes de apoyo comunitario inspiradas en las antiguas juntas de vecinos, donde el trueque de alimentos y servicios mitigue la crisis económica. Este llamado a la organización popular se complementó con experiencias exitosas de cooperativas en Santiago y San Francisco de Macorís.
La séptima palabra —«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»— se transformó en himno a la resiliencia nacional. La laica Ángela López narró historias de dominicanos que, ante huracanes y crisis económicas, han reconstruido sus vidas mediante la fe y el trabajo comunitario. Destacó proyectos como las escuelas-taller en zonas fronterizas donde jóvenes aprenden oficios mientras refuerzan su identidad cultural.
Diálogo entre tradición y modernidad
Este sermón demostró la capacidad de la Iglesia dominicana para mantener vivas las tradiciones mientras enfrenta los desafíos del siglo XXI. La transmisión simultánea por redes sociales y televisión permitió que miles de migrantes en Estados Unidos y Europa se unieran espiritualmente a la celebración. En un gesto significativo, se incluyeron intérpretes de lenguaje de señas para la comunidad sorda, haciendo tangible el mensaje de inclusión predicado desde el púlpito.
Las críticas sociales pronunciadas desde la catedral no fueron simples denuncias sino llamados a la acción concreta. Se anunció la creación del Consejo Arquidiocesano para la Justicia Social, que articulará parroquias, universidades y ONGs en proyectos contra la pobreza. Entre sus primeras iniciativas figura un programa de capacitación laboral para jóvenes en riesgo y un observatorio ciudadano que monitoreará el uso de fondos públicos en obras sociales.
Al concluir la ceremonia, el repique de las campanas coloniales se mezcló con los cantos espontáneos de los fieles, confirmando que este sermón medieval sigue siendo plataforma para soñar un país más justo. La Catedral Primada, testigo silencioso de cinco siglos de historia, volvió a demostrar su papel como espacio donde la fe se hace carne en el compromiso social, manteniendo viva la esperanza de que otro mundo es posible cuando las palabras se convierten en acciones transformadoras.
Referencias usadas en Artículo
- Transmisión oficial desde la Catedral Primada
- Cobertura en tiempo real del Viernes Santo 2025
- Críticas a la realidad nacional abordadas en el sermón
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