SANTO DOMINGO. – En el marco de la conmemoración del Viernes Santo de 2025, la Catedral Primada de América vibró con el eco de una voz profética que trascendió los muros del recinto religioso para convertirse en grito continental. La Hermana Carmen Dolores Ferrer, perteneciente a la Congregación Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha, tejió en su reflexión sobre la sexta palabra de Cristo un diagnóstico incisivo de las realidades que agobian a América Latina, urdiendo con hilos de esperanza un llamado a la transformación social desde los cimientos evangélicos.
La anatomía del "Anti-Reino" en sociedades fracturadas
Al meditar sobre las palabras «Todo está consumado» (Juan 19,30), la religiosa trazó una línea divisoria entre el cumplimiento de la misión redentora de Cristo y la inconclusa tarea humana de construir sociedades justas. Con agudeza teológica, denunció la configuración de un "Anti-Reino" cuyos pilares se sustentan en la exclusión sistemática de amplios sectores poblacionales. Este fenómeno, según su análisis, se manifiesta en el hacinamiento urbano que convierte ciudades en hervideros de desigualdad, donde el acceso a vivienda digna queda relegado a promesas políticas incumplidas.
La crítica se extendió hacia modelos económicos depredadores que operan bajo lógicas de descarte humano, particularmente visibles en la situación de trabajadores agrícolas cuyas manos cultivan la tierra pero cuyos hogares padecen inseguridad alimentaria. Ferrer señaló con preocupación cómo la explotación laboral en zonas bananeras y cañeras perpetúa ciclos de pobreza intergeneracional, mientras las ganancias de corporaciones transnacionales florecen en paraísos fiscales. Su denuncia resonó con otras voces que también han expresado preocupación por el sistema económico excluyente y las injusticias estructurales que impiden el florecimiento humano en muchas regiones de América Latina, como se reflejó durante el Sermón de las Siete Palabras del Viernes Santo.
El espejismo del asistencialismo y la urgencia de políticas estructurales
Con mirada lúcida, la religiosa dominicana desmontó el mito de las políticas asistencialistas que gobiernos latinoamericanos implementan como parches temporales. Subrayó cómo estos programas, lejos de atacar las raíces de la inequidad, consolidan relaciones de dependencia que socavan la dignidad humana. Citó como ejemplo los subsidios alimentarios que mitigan el hambre inmediata pero no resuelven el acceso a tierras cultivables ni a mercados justos para pequeños productores.
Su reflexión conectó con realidades concretas como la crisis migratoria venezolana, donde miles enfrentan xenofobia mientras intentan reconstruir sus vidas, y el drama de las comunidades indígenas desplazadas por megaproyectos mineros en la Amazonía. Estos fenómenos, según Ferrer, revelan cómo el "Anti-Reino" se alimenta de la deshumanización del otro, particularmente de quienes pertenecen a etnias originarias o a sectores rurales marginados. Medios de comunicación destacaron cómo su denuncia contra la exclusión apeló a la urgencia de políticas estructurales basadas en la justicia social integral.
Narcotráfico y violencia: la espiral que devora el tejido social
Al abordar el flagelo del narcotráfico, la hermana Ferrer trazó un mapa regional de las rutas del crimen organizado que van desde los campos de amapola mexicana hasta los puertos caribeños, pasando por los laboratorios clandestinos centroamericanos. Denunció cómo esta economía ilícita corroe instituciones políticas y judiciales, citando casos recientes de magistrados asesinados en Colombia por oponerse a carteles de la droga.
La violencia de género recibió especial atención en su análisis, vinculándola a patrones culturales machistas que se agravan en contextos de pobreza. Mencionó el incremento de feminicidios en República Dominicana durante 2024, donde el 60% de las víctimas pertenecían a sectores urbanos marginados, según datos de organizaciones civiles. Este panorama, afirmó, exige no solo reformas legales sino una revolución educativa que transforme las relaciones de poder desde la infancia. Algunos de los temas abordados se entrelazaron con las cuestiones críticas que marcaron la Semana Santa, donde se pidió una reconversión moral en todas las estructuras sociales.
Ecología integral: cuando el grito de la tierra es el grito de los pobres
Extendiendo su mirada crítica a la crisis ambiental, Ferrer entrelazó la explotación de recursos naturales con la precarización laboral. Señaló cómo la deforestación en la cuenca del Amazonas –que alcanzó niveles récord en 2024– no solo amenaza la biodiversidad global sino que desplaza a comunidades ancestrales, convirtiéndolas en refugiados ambientales. Contrastó esta realidad con los lujosos desarrollos turísticos en costas caribeñas, donde el acceso a playas queda restringido a complejos hoteleros de capital extranjero.
Uno de los puntos clave fue su llamado a una ecología integral que reoriente la forma en que las sociedades se relacionan con la creación. Esta visión encuentra su raíz en la Doctrina Social de la Iglesia, en la que la Hermana Ferrer insiste como marco de referencia obligado para la formación de conciencias que asuman con responsabilidad tanto el presente como el futuro del planeta y de sus habitantes más vulnerables.
La Doctrina Social de la Iglesia como brújula para la transformación
Frente a este complejo panorama, la religiosa rescató los principios de la Doctrina Social de la Iglesia como antídoto contra la indiferencia globalizada. Hizo énfasis en la economía de comunión, modelo practicado por cooperativas agrícolas en Brasil que combinan productividad con reparto equitativo de ganancias. Citó experiencias exitosas de bancos comunitarios en Ecuador que otorgan microcréditos sin intereses abusivos, demostrando que otra forma de relaciones económicas es posible.
Subrayó que toda transformación duradera debe estar anclada en principios éticos trascendentes y en una espiritualidad activa que se haga cargo del sufrimiento humano. Afirmó que la justicia social no es un adorno de campaña ni una consigna ideologizada, sino una exigencia del Evangelio vivida desde las opciones concretas.
Educación y esperanza: semillas para un nuevo amanecer
En su llamado final, Ferrer destacó el papel de la educación liberadora como herramienta para romper ciclos de exclusión. Elogió iniciativas como las escuelas radiofónicas en zonas rurales de Honduras que combaten el analfabetismo, o los programas de formación técnica para jóvenes en barrios marginales de Caracas. Subrayó que cada aula construida en territorios olvidados representa un acto de resistencia contra la cultura del descarte.
Convocó a las comunidades cristianas a volver a las raíces de una fe que se hace carne en el servicio al prójimo. Enfatizó que donde se construyen oportunidades para que la niñez aprenda, donde se abren espacios para fortalecer la autoestima femenina, donde se prioriza la dignidad del trabajador frente al lucro, allí se siembran las semillas que, al fructificar, harán posible un nuevo amanecer latinoamericano.
Hacia una espiritualidad encarnada en la historia
La reflexión concluyó entrelazando mística y compromiso social, invocando el ejemplo de santos latinoamericanos como San Óscar Romero y Santa Teresa de los Andes. Con un lenguaje cargado de simbolismo, comparó la lucha por la justicia con el Viacrucis contemporáneo, donde cada paso hacia la equidad –aunque cueste caídas y fracasos– acerca al Reino soñado por Cristo.
Destacó que la cruz del pueblo no es el fin de la historia, sino el punto de partida de una resurrección social que exige fe, pero también organización. La Hermana Ferrer dejó claro que el amor cristiano, cuando es auténtico, no se agota en gestos piadosos sino que se traduce en estructura, en lucha, en comunidad transformadora. En su voz resonó no solo la angustia compartida por millones de latinoamericanos, sino también una esperanza tenaz, muy dominicana, tejida con fuerza desde la fe, la cultura y la dignidad.
Referencias usadas en Artículo
- Desigualdad y violencia: El Sermón de las Siete Palabras
- Religiosa denuncia exclusión y desigualdad en AL
- Los temas que marcaron el Sermón de las Siete Palabras
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