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Miles de evangélicos dominicanos se unen para proteger el Valle de San Juan de la explotación minera

Descubre cómo miles de evangélicos en la República Dominicana se unen para proteger el Valle de San Juan de la explotación minera, exigiendo al gobierno detener el proyecto que amenaza cinco provincias y el medio ambiente.

Miles de dominicanos de fe evangélica llenaron de esperanza las calles de San Juan de la Maguana en una gran manifestación en defensa de la naturaleza y el patrimonio nacional. En una movilización histórica, representantes de organizaciones como la Confraternidad de Ministros e Iglesias Evangélicas de San Juan, la Unión Pastoral Visión de lo Alto, la Comunidad Pastoral y Ministerial Esperanza Viva, ALPAMIS y el Bloque de Pastores Unidos por Cristo Córbano Sur caminaron con determinación y unidad por el corazón de la ciudad, reafirmando el compromiso sagrado de proteger el Valle de San Juan y el legado que se deja a las nuevas generaciones.

La marcha, que se extendió a lo largo de tres kilómetros, reflejó la fuerza y la convicción de miles de familias que entienden la naturaleza como un don divino, innegociable y esencial para la vida. Con banderas, cánticos y un profundo respeto por la tierra, los manifestantes reclamaron la retirada inmediata de la compañía extranjera que pretende explotar el oro de la Cordillera Central y las orillas del río San Juan. Su mensaje fue claro: las riquezas de nuestra Quisqueya no son mercancía de intereses foráneos y ajenos al sentir nacional, sino parte fundamental de nuestra identidad y sustento común.

Los organizadores advirtieron que la explotación minera podría causar daños irreparables no solo a la provincia de San Juan, sino también a Azua, Barahona, Bahoruco e Independencia, donde las cuencas hídricas y los sistemas ecológicos son vitales para la vida y la agricultura dominicanas. La comunidad evangélica recordó que cuidar la tierra y proteger el agua es un deber cristiano hacia los hijos y nietos de nuestro pueblo, una responsabilidad moral profundamente arraigada en la tradición de fe y amor al prójimo.

Los participantes resaltaron además la importancia de respetar la Constitución dominicana, especialmente en su mandato de prohibir actividades extractivas en zonas ecológicamente frágiles y proteger los recursos hídricos esenciales para la nación. Esta convicción fue respaldada no solo por asociaciones pastorales, sino también por otras voces ciudadanas y religiosas que entienden la defensa ambiental como un acto de amor y lealtad a la patria y a Dios.

Al concluir la jornada, el llamado fue unánime y lleno de esperanza: se invitó al presidente a escuchar la voz del pueblo y a tomar la decisión firme de salvaguardar la herencia natural y espiritual de toda la República Dominicana. La movilización de San Juan no solo simbolizó la resistencia ante proyectos que amenazan la vida, sino también el espíritu solidario y la convicción inquebrantable que definen la dominicanidad. Allí, entre palmas, oraciones y promesas, la comunidad reafirmó que la tierra es un legado de Dios, que pertenece a todos y debe preservarse con orgullo y valentía para las generaciones que vendrán.

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