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Monseñor Fello: Un legado de fe y servicio en la República Dominicana

Descubre el legado de monseñor Fello, un ejemplo de fe y servicio en la República Dominicana. Conoce su vida dedicada a la Iglesia y su impacto duradero en la comunidad dominicana.

Una vida entregada al servicio divino

Monseñor Rafael Leónidas Felipe Núñez, cariñosamente conocido como "Monseñor Fello", ha partido hacia la casa del Padre el pasado 10 de diciembre, dejando un legado profundo en el corazón de la Iglesia dominicana y en las comunidades que tuvo el honor de servir. Con ochenta y siete años de edad, el obispo emérito de Barahona cierra un capítulo extraordinario de dedicación pastoral, fe inquebrantable y entrega generosa que marcó decisivamente la vida religiosa y social de nuestra nación.

Nacido el 12 de septiembre de 1938 en El Coco, Villa Tapia, en la provincia Hermanas Mirabal, Monseñor Fello fue hijo de Rafael Honorio Felipe y Celina Núñez. Desde sus años de infancia, su vocación religiosa germinaba en el seno de una familia que lo preparó para responder al llamado del Señor. Sus primeros estudios los realizó en las escuelas de las Guázumas, Villa Tapia y Salcedo, instituciones que moldearon su carácter y su espíritu de servicio hacia los demás.

Una formación sacerdotal rigurosa y profunda

El camino hacia el sacerdocio de Monseñor Fello se forjó en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, donde ingresó en 1952 con apenas catorce años. Allí, bajo la formación de maestros consagrados y en el ambiente de oración y estudio, realizó su bachillerato, completó tres años de estudios filosóficos y cuatro años intensos de teología. Esta preparación académica y espiritual le proporcionó la solidez doctrinal y la profundidad de fe que caracterizaría toda su vida sacerdotal.

El 25 de marzo de 1965 recibió la ordenación sacerdotal en la Catedral Primada de América, con incardinación en la Diócesis de Santiago de los Caballeros. Un dato particularmente significativo es que su ordenación ocurrió en el contexto del IV Congreso Mariológico y Mariano Internacional de Santo Domingo, presidido por el arzobispo de Caracas, el cardenal José Humberto Quintero, lo que subrayaba la importancia de su incorporación al cuerpo sacerdotal en un momento crucial para la Iglesia dominicana.

Una trayectoria pastoral sin igual

A lo largo de seis décadas de ministerio sacerdotal, Monseñor Fello desempeñó una multiplicidad de encargos que pusieron de manifiesto su versatilidad pastoral y su compromiso inquebrantable con la formación del clero y la evangelización. Fue director espiritual y rector del Seminario Menor San Pío X en Licey, Santiago de los Caballeros, donde tuvo la responsabilidad de formar a jóvenes que posteriormente serían sacerdotes de la Iglesia dominicana. Ejerció también como responsable de la Obra Vocacional Sacerdotal de la Arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, impulsando de manera incansable las vocaciones sacerdotales.

Su dedicación a la pastoral vocacional lo llevó a ser animador vocacional en la Diócesis de Mao-Montecristi, territorio donde sembró semillas de vocación en el corazón de jóvenes creyentes. Como director espiritual y rector del Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, Monseñor Fello dejó una huella indeleble en la formación de sacerdotes que hoy sirven en diferentes diócesis del país. Además, realizó una especialidad en Pastoral Juvenil en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y completó diplomados en Liturgia, Pastoral Vocacional y Formación para Seminarios Mayores, demostrando su compromiso constante con la actualización pastoral.

Su ministerio parroquial lo llevó a servir en diversas comunidades, incluyendo la Parroquia San Isidro en Luperón, la Catedral Santa Cruz de Mao, la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Puerto Plata, la Parroquia San Rafael de Tamboril y la Parroquia Santa Ana en Santiago de los Caballeros, donde fungió como vicario general de Pastoral. En cada una de estas asignaciones, Monseñor Fello se caracterizó por su cercanía con los fieles, su sencillez de vida y su capacidad para escuchar y acompañar a las comunidades en sus necesidades espirituales.

Nombrado obispo de Barahona

El siete de diciembre de 1999, el Papa Juan Pablo II lo designó obispo de la Diócesis de Barahona, convirtiéndolo en el segundo prelado de esa circunscripción eclesiástica. Recibió la consagración episcopal el 22 de enero de 2000 en Barahona, asumiendo ese mismo día la posesión de su diócesis. Este nombramiento representaba un reconocimiento del Vaticano a su trayectoria exemplar y su capacidad de liderazgo pastoral.

Durante su pontificado en Barahona, Monseñor Fello impulsó proyectos sociales, educativos y comunitarios en una de las regiones más empobrecidas del país. Su estilo pastoral se caracterizó por la conciliación, la proximidad con las parroquias rurales y el compromiso inquebrantable con los sectores más vulnerables. El 28 de septiembre de 2010, el Senado de la República lo homenajeó por su extraordinaria labor pastoral desarrollada durante más de tres décadas en pro del crecimiento espiritual, la paz social y el bienestar colectivo de millares de hombres y mujeres de la región Enriquillo.

Promoción de obras sociales y evangelización

A lo largo de su vida ministerial, Monseñor Fello se destacó como un decidido promotor de obras sociales ligadas a la salud, la educación y la pastoral fronteriza. Su interés en la evangelización juvenil fue incesante, siempre atento a las nuevas generaciones de dominicanos y dominicanas. Fue director nacional de las Obras Misionales Pontificias, cargo desde el cual extendió su visión evangelizadora hacia las comunidades más necesitadas. Su liderazgo pastoral dejó huellas profundas en los fieles de Barahona y en todo el episcopado dominicano.

Los últimos años de su ministerio

El 23 de febrero de 2015, el Papa Francisco aceptó la renuncia de Monseñor Fello presentada por motivos de edad, conforme al Derecho Canónico. Fue sucedido en la Diócesis de Barahona por Monseñor Andrés Napoleón Romero Cárdenas. Sin embargo, su retiro nunca fue una inactividad. El diez de septiembre de 2016, el Papa Francisco lo nombró Administrador Apostólico Sede Vacante de la Diócesis de San Pedro de Macorís, cargo que ejerció hasta 2017, cuando fue sucedido por el obispo Santiago Rodríguez Rodríguez. Este reconocimiento nuevamente demostraba la confianza que los Pontífices depositaban en su capacidad pastoral.

Un legado imperecedero

La partida de Monseñor Fello en estos días previos a la Navidad adquiere un significado profundo. Un pastor dedicado, cercano y fiel a su misión evangelizadora ha descansado en la paz eterna. La Conferencia del Episcopado Dominicano manifestó que su partida deja un profundo pesar en la comunidad eclesial, que reconoce en él a un hombre de Dios cuya sencillez, espiritualidad y compromiso con los más pobres lo definieron.

Monseñor Fello fue velado en el Seminario San Pío X en Licey al Medio, lugar simbólico donde formó a tantos jóvenes llamados al sacerdocio. Su cuerpo descansa ahora en la Cripta de la Catedral Nuestra Señora del Rosario en Barahona, la diócesis que amó profundamente. Sus hermanos obispos, sus sacerdotes, sus religiosas y todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo recuerdan un hombre que vivió plenamente su vocación, siempre disponible, siempre atento a las necesidades de su rebaño.

En la contemplación de su vida, la Iglesia dominicana y toda nuestra nación reconocen el testimonio de un auténtico servidor de Cristo. Monseñor Fello llevó el Evangelio a los rincones más necesitados, formó sacerdotes que hoy continúan su labor, promovió la dignidad de las personas vulnerables y sembró semillas de esperanza en comunidades enteras. Su legado de fe, servicio y entrega continúa vivo en el corazón de quienes lo conocieron y en las obras que su ministerio inspira.

Descansa en paz, Monseñor Fello. La República Dominicana y su Iglesia siempre guardarán gratitud por una vida entregada al servicio de Dios y del pueblo dominicano.


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