Del Mundo

La resurrección: Una esperanza nueva

Las personas que hemos elegido seguir creyendo en Jesús vivimos desde nuestras casas la Semana Santa

El mundo ha estado viviendo desde hace cinco meses situaciones nunca vistas ni imaginadas. Como ya hemos expresado en otros artículos, todos los refajos de las incapacidades gubernamentales a nivel mundial han sido manifestados. Las mentiras de un crecimiento económico, de un desarrollo sostenible han salido a la luz. Los sistemas sanitarios a nivel mundial han colapsado y la incertidumbre por el mañana nos llama a preguntarnos: ¿Que nos queda?, ¿Qué haremos si podemos cruzar vivos y sanos el puente de la pandemia?

En esta cuarentena también vivimos la cuaresma del mundo cristiano. Las personas que hemos elegido seguir creyendo en Jesús vivimos desde nuestras casas la Semana Santa, el triunfo del Domingo de Ramos, la pasión, la muerte y el momento de resurrección de Jesús.

En la homilía de la Vigilia Pascual el Papa Francisco nos decía: “En la resurrección tenemos el derecho fundamental a la esperanza, pero no cualquier esperanza es una esperanza nueva”.  Esas palabras entremezcladas del Papa Francisco nos llaman a una reflexión profunda porque nos invita a ser cambios radicales en nuestras vidas individuales y colectivas y al mismo tiempo les exige a los gobiernos del mundo a trabajar de manera consciente y efectiva en esa esperanza nueva, ya que la denomina un derecho fundamental y precisamente para que un derecho humano se convierta en fundamental debe ser reconocido por el Estado y estar consagrado en un texto constitucional.

El mundo no será jamás igual al mundo que dejamos cuando entramos en la cuarentena. Es un mundo donde tendremos que vivir enfrentando un día a la vez esas situaciones sociales, económicas, políticas y jurídicas que tendremos en nuestras bandejas de entrada luego de que este paréntesis se cierre. Un mundo que debe ser visto con nuevas miradas para tener actitudes creativas, positivas con impulso y decisión de vencer para poder tener resultados efectivos.

En ese mundo la humildad, la solidaridad, el amor fraterno serán las armas claves para poder combatir los egoísmos que siguen resistiéndose a desaparecer, los miedos que son el mayor contagio para avanzar.  La resistencia al cambio y a la transformación serán enemigos que este mundo tendrá de frente en todos los niveles, en el económico y político principalmente.

Sigo creyendo que esta pandemia es una oportunidad para transformar al mundo para bien, pero estas transformaciones no podemos hacerla solos, ni un solo gobierno, ni un solo sector. De esto saldremos unidos, unidas en un accionar, con una voluntad dinámica para hacer de manera efectiva las transformaciones que necesitamos hacer. De no unirnos nos espera la destrucción colectiva.

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A esa unidad comprometida llamaba el Papa Francisco el pasado domingo de resurrección, a ese compromiso de los gobiernos del mundo y por ende al gobierno de este país, también a la ciudadanía del mundo, cuando establecía la esperanza nueva como un derecho fundamental.

Sigo apostando a esa resurrección de una esperanza nueva donde la luz se pueda manifestar y vencer nuestras tinieblas de egoísmos, maldad, envidia, ambiciones desenfrenadas, mezquindades. Tenemos otra oportunidad, no la dejemos ir.

Avanzamos juntos o nos destruimos todos. No hay otra opción.

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(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)

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