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Voluntariado Banreservas impulsa solidaridad y cuidado ambiental en la Navidad dominicana

Descubre cómo el Voluntariado Banreservas llevó alegría a cientos de niños y promovió la sostenibilidad ambiental con el operativo 'Vida para el Ozama' en esta emotiva celebración navideña en República Dominicana.

En una jornada memorable que combinó alegría infantil con compromiso ambiental, el Voluntariado Banreservas demostró nuevamente su dedicación a transformar vidas en las comunidades más necesitadas de Santo Domingo. En el sector del Dique del río Ozama, la institución financiera congregó a decenas de niños de la Escuela Movearte para celebrar la temporada navideña, mientras simultáneamente ejecutaba su programa insignia "Vida para el Ozama", generando un impacto integral que tocó tanto el corazón como el entorno natural de la región.

Alegría y tradición en las aulas de Movearte

La festividad navideña en la Escuela Movearte se caracterizó por ser un encuentro genuino entre representantes del Banco de Reservas y la comunidad estudiantil. La actividad fue encabezada por la Dra. Carmen Alicia Quijano de Aguilera, presidenta del Voluntariado Banreservas, quien llegó acompañada del Dr. Leonardo Aguilera, presidente ejecutivo de la institución, y del obispo Manuel Ruiz, fundador del centro educativo. Esta confluencia de liderazgo reflejó el compromiso múltiple que existe hacia el desarrollo de las comunidades ribereñas.
Durante el recorrido por las instalaciones escolares, los representantes del banco compartieron momentos significativos con los estudiantes. Visitaron aulas, interactuaron directamente con los niños y entregaron juguetes que iluminaron los rostros de quienes rara vez reciben estas muestras de atención durante las festividades. Estos gestos, aunque simples en apariencia, representan para muchos pequeños un recordatorio de que existen actores sociales comprometidos con su bienestar.
La celebración se enriqueció con actividades que mantuvieron un ambiente profundamente festivo. Los tradicionales juegos navideños, las presentaciones artísticas preparadas por los estudiantes, la actividad de pinta caritas y un brindis especial conformaron una atmósfera de júbilo genuino. Cada rincón de la escuela reflejaba la magia de la Navidad, ese espíritu que trasciende las limitaciones económicas y nos recuerda que la conexión humana es el regalo más valioso.

Compromiso con los valores fundamentales

La Dra. Quijano de Aguilera aprovechó el encuentro para enfatizar la importancia de acompañar a las comunidades durante la época navideña, subrayando que este no es un acto esporádico sino una expresión de valores profundos. Reiteró el compromiso institucional del Voluntariado Banreservas con la promoción de la solidaridad y la fe, dos pilares que guían las acciones de la organización hacia quienes más lo necesitan.

Esta narrativa de responsabilidad social refleja la madurez institucional de una organización que entiende que el éxito empresarial debe acompañarse necesariamente de un retorno significativo a la sociedad. En un país como República Dominicana, donde las brechas sociales persisten, estas iniciativas adquieren una relevancia que va más allá de lo simbólico.

"Vida para el Ozama": un modelo de sostenibilidad ambiental y social

Paralelamente a la celebración navideña, se ejecutó el operativo masivo del programa ambiental "Vida para el Ozama", que congregó a más de mil residentes de las zonas aledañas al río. Este programa representa una innovación social que combina la necesidad inmediata de alimentación con la urgencia de proteger uno de los ecosistemas más críticos de la capital dominicana.
El mecanismo del programa es elegante en su sencillez: los participantes intercambiaron plásticos por raciones de alimentos de la canasta básica. Esta estrategia crea un círculo virtuoso donde se atienden necesidades alimentarias mientras se recolectan materiales que contaminan el río. En esta ocasión, se distribuyeron setecientas trece raciones de alimentos y se recolectaron ocho mil cuatrocientas libras de plástico, demostrando que el desarrollo social y la protección ambiental no son objetivos contrapuestos sino complementarios.

Una trayectoria de doce años transformando realidades

"Vida para el Ozama" no es una iniciativa reciente. Con más de una década de ejecución ininterrumpida, el programa ha impactado a miles de personas y ha logrado recolectar más de siete millones de libras de plástico. Esta persistencia es lo que distingue a verdaderos programas de responsabilidad social de aquellos que son simplemente actos de relaciones públicas.
El sector del Dique, donde se desarrollan estas actividades, ha sido testimonio del trabajo consistente del Voluntariado Banreservas. La Escuela Movearte, que opera en instalaciones construidas a partir de contenedores y materiales reciclados, es prueba tangible de cómo la innovación y la dedicación pueden transformar espacios limitados en lugares de esperanza y aprendizaje. El obispo Manuel Ruiz, quien fundó esta institución educativa, y la Dra. Quijano de Aguilera identificaron durante su recorrido nuevas oportunidades de colaboración, reafirmando que el trabajo comunitario es un proceso de construcción permanente.

Protección ambiental con rostro humano

La importancia del programa radica en su capacidad de conectar dos realidades que parecen distantes pero que son profundamente interdependientes. La contaminación del río Ozama no es simplemente un problema ambiental abstracto; afecta directamente la calidad de vida de las familias que viven en sus riberas. Al recolectar plástico y distribuir alimentos, el Voluntariado Banreservas actúa simultáneamente como agente ambiental y como respuesta a la vulnerabilidad económica.
La Dra. Quijano de Aguilera expresó claramente esta visión integral al destacar que el proyecto "no solo contribuye a proteger nuestros recursos naturales, sino que también mejora la calidad de vida de los residentes de esta comunidad". Esta declaración encapsula la filosofía que debe guiar a las instituciones dominicanas hacia un futuro más equitativo y sostenible.

Las comunidades cercanas al río Ozama, históricamente marginadas en los procesos de desarrollo nacional, encuentran en iniciativas como la actividad desarrollada por el Voluntariado Banreservas un reconocimiento de su dignidad y su derecho a vivir en entornos protegidos y con acceso a alimentación básica. Cada participante que intercambia plástico por comida participa de un acto político profundo: la afirmación de que existe una responsabilidad colectiva hacia el cuidado del territorio compartido.

En esta Navidad de dos mil veinticinco, mientras muchos en la nación se preparan para celebraciones en espacios seguros, el Voluntariado Banreservas recordó que la verdadera esencia de la festividad se expresa en la cercanía con quienes enfrentan desafíos cotidianos. Los juguetes entregados, las raciones de alimentos distribuidas y las libras de plástico recolectadas son más que números; son narrativas de un país que, lentamente pero con certeza, está escribiendo historias diferentes para sus hijos más vulnerables.

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