La temporada pasada fueron siete los quisqueyanos que militaron en el circuito de 10 equipos y devengaron en total US$8,050,000, con Wilín Rosario como el que más recibió con US$1.8 millones, una zafra en la que envió 37 pelotas hacia las gradas.
Vuelan poco más de 13 mil kilómetros entre Seúl y Santo Domingo detrás del talento para reforzar las plantillas de una liga que no para de crecer en ingresos, que lleva tres años rompiendo marca de asistencia (11,667 por juego este año), y que paga salarios que compiten con el béisbol japonés e impensables en México o las ligas menores estadounidenses.
Son los cazatalentos de la KBO (siglas en inglés de la liga surcoreana de béisbol), cuya presencia no es bien vista por los equipos de la Lidom por la amenaza que representan al sacar de acción a los jugadores que fichan, pero que encuentran en el sindicato de peloteros (Fenapepro) un gran aliado.
Llegan temprano a los partidos para evaluar hasta las prácticas, se colocan estratégicamente en el centro del Grand Stand con cámaras de vídeo, modernos radares, computadoras portátiles y hojas de anotación para tomar el mínimo dato que complete el perfil que buscan y que actualizan en los archivos una vez llegan al hotel.
“Depende de las necesidades que tengamos, también vamos a Venezuela y México. Hay casos que en dos semanas de evaluación y con el historial que tenemos podemos encontrar lo que buscamos, pero hay otros que pueden tomar hasta seis semanas”, dijo a DL un scouts surcoreano que pidió la omisión de su nombre.
La KBO se juega desde 1982, pero fue en 1996 que se abrió a los jugadores extranjeros y permiten hasta tres por club. José Parra (Samsung Lions) y Junior Félix (LG Twins) fueron los primeros dominicanos en jugar allí y desde entonces los criollos han dejados grandes huellas, como José Mayobanex Hernández y sus 45 jonrones en 2002 o Radhamés Liz y sus 188 ponches en 2013.
La temporada pasada fueron siete los quisqueyanos que militaron en el circuito de 10 equipos y devengaron en total US$8,050,000, con Wilín Rosario como el que más recibió con US$1.8 millones, una zafra en la que envió 37 pelotas hacia las gradas.
La semana pasada se confirmó el fichaje de Esmil Rogers con los Nexen Heroes por un año y US$1.5 millones. Tras negociaciones, Rogers sólo hará tres salidas más con el Licey, supo DL.
En una entrevista reciente, Vitelio Mejía, presidente de la Lidom, dijo a DL que quiere regularizar tanto las operaciones de esos agentes como los contratos que firman, de manera que los equipos locales reciban una compensación por la pérdida de talentos que los contrataron para un torneo y lo pueden perder en el camino.
“Es el negocio, nuestros equipos invierten un buen dinero y quieren proteger su inversión, queremos tenerlos temprano en Asia, allá comenzamos la pretemporada a principio de año”, dijo otro scout. De los siete criollos que vieron acción en la liga hubo seis que tuvieron bonos de firmas, incluyendo Alexi Ogando de US$500,000, además de su contrato por US$1.3 millones.
El tema puede alcanzar el campo diplomático, ya que son escuchas que llegan con visas de turistas, pero realizan un trabajo en el país, otro punto que la liga quiere regular.
Ya el Licey vivió la experiencia con Héctor Noesí, quien en la campaña 2015-2016 fue detenido tan pronto fichó para los Kia Tigers y desde entonces no ha vuelto a tirar en el patio. Noesí viene de jugar su segunda campaña y fue segundo en las votaciones para el Jugador Más Valioso tras compilar 20-5 con 3.48 de efectividad y 149 ponches y salió campeón de la liga.
(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)