El excónsul de Haití y presidente de la Fundación Zile, Edwin Paraison, durante una intervención reciente sobre políticas migratorias
La compleja dinámica migratoria entre República Dominicana y Haití ha adquirido nuevos matices con las recientes declaraciones de Edwin Paraison, figura clave en el diálogo binacional. Como exrepresentante consular haitiano y líder de la Fundación Zile, su llamado a integrar organizaciones de derechos humanos en los procesos de repatriación revela un enfoque innovador que busca equilibrar soberanía nacional con estándares internacionales. Paralelamente, sus observaciones sobre la convivencia de más de un millón de haitianos en territorio dominicano ofrecen una perspectiva valiosa para comprender esta relación histórica, donde la hospitalidad criolla y los desafíos institucionales se entrelazan en un contexto de creciente atención global.
Propuestas para una gestión migratoria integral
El planteamiento central de Paraison se sustenta en la necesidad de crear mecanismos de cooperación entre el Estado dominicano y organizaciones de la sociedad civil. Durante su participación en el programa D´AGENDA, el líder haitiano destacó la disposición de diversas entidades religiosas y humanitarias para colaborar en aspectos logísticos como el transporte seguro de repatriados y la orientación comunitaria, como ha insistido a la opinión pública nacional e internacional (Paraison pide que ONG acompañen proceso de deportación). Esta propuesta emerge en un momento donde las críticas internacionales —principalmente de entidades como Amnistía Internacional y la ONU— han cuestionado algunos de los procedimientos aplicados en territorio dominicano.
La experiencia internacional juega un papel crucial en esta visión de Paraison. Suele referirse al caso estadounidense, donde organizaciones trabajan en la supervisión de las políticas migratorias, demostrando que el control externo puede ser un complemento constructivo más que una oposición, como han documentado medios nacionales. Paraison también ha tomado como referencia las palabras del papa Francisco, símbolo universal de la defensa migrante en el mundo, apelando al valor ético y humanitario que debe impregnar cada proceso.
Dimensiones humanitarias en el proceso de repatriación
El análisis de las condiciones socioeconómicas haitianas resulta fundamental para comprender la relevancia de estas propuestas. Con más de 700,000 desplazados internos en Haití según datos de Naciones Unidas, la repatriación masiva plantea retos logísticos y humanitarios de gran envergadura. Las bandas armadas como "Gran Grif" han exacerbado la violencia, colapsando infraestructuras y dejando comunidades en condiciones de extrema vulnerabilidad.
En este escenario, el "Protocolo de Identificación de Migrantes Ilegales y su Retorno Asistido" surge como herramienta clave. Su implementación efectiva requeriría:
| Factor crítico | Acción requerida | Entidad responsable |
|---|---|---|
| Identificación | Verificación biométrica | DGME y OBMICA |
| Transporte | Vehículos adaptados | OIM y ONGs locales |
| Reinserción | Programas de capacitación | ACNUR y gobierno haitiano |
La formación especializada en derechos humanos y la lucha contra el tráfico de personas emerge como prioridad, reflejando la urgencia de fortalecer tanto capacidades institucionales como la cooperación entre sectores, estrategia respaldada en foros recientes sobre política migratoria (Debate sobre integración de ONG en repatriaciones).
Contexto internacional y respuestas coordinadas
La convocatoria reciente de la OEA para analizar las deportaciones de ciudadanos haitianos en la República Dominicana subraya la dimensión regional de este desafío. La participación activa de Paraison en tales foros, en calidad de presidente de la Fundación Zile, refrenda la necesidad de construir marcos de acción multilaterales y fortalecer la coordinación con organismos como la OIM.
El ejemplo europeo proporciona aprendizajes de valor. España, por ejemplo, ha diseñado programas de repatriación asistida articulando rigor administrativo con asistencia social. Este modelo, que ha ayudado a la diáspora dominicana en Europa a integrarse exitosamente, plantea alternativas replicables para el contexto caribeño.
Integración comunitaria y percepciones sociales
La cifra de un millón de haitianos —incluyendo descendientes nacidos localmente— residiendo en suelo dominicano, constituye un indicador demográfico insoslayable. Paraison ha relatado en medios nacionales episodios de colaboración cotidiana y hermandad, como cuando personas de barrios populares dominicanos brindaron ayuda a un motoconchista haitiano accidentado, atestiguando la solidaridad que caracteriza la convivencia entre pueblos vecinos (Estimación de presencia haitiana y acogida dominicana).
En términos geográficos, la presencia haitiana se distribuye principalmente en los siguientes porcentajes:
- Zonas urbanas: 65% en el Gran Santo Domingo y Santiago
- Áreas rurales: 25% en zonas agrícolas como El Valle
- Residenciales: 10% en zonas de clase media-alta
Este panorama matizado desafía estereotipos y confirma una integración silenciosa pero efectiva, donde espacios como las iglesias juegan un papel esencial en la construcción de puentes culturales, promoviendo celebraciones y tradiciones compartidas.
Respuestas a críticas y defensa de la soberanía
Ante los cuestionamientos de la comunidad internacional, Paraison ha mantenido una postura abierta al diálogo. Reconoce la validez de las observaciones externas pero pide ponderarlas a la luz de las prácticas migratorias vigentes en todo el mundo, destacando que República Dominicana no actúa en un vacío sino siguiendo estándares internacionales en permanente evaluación.
La reciente creación del Observatorio Migratorio, promovido por el gobierno dominicano, ha sido elogiada como un avance institucional. Sin embargo, Paraison también invita a que estos esfuerzos se sincronicen con trabajos previos de la sociedad civil. Así, se fomenta un modelo participativo y más transparente, capaz de fortalecer la gobernanza migratoria y proyectar una imagen de apertura y profesionalismo ante el mundo.
Seguridad fronteriza y perspectivas de estabilidad
El análisis de Paraison sobre las bandas criminales que operan en Haití introduce un matiz fundamental en la discusión sobre la seguridad binacional. Cuestiona la existencia de planes concretos contra la República Dominicana y asegura que el interés de estas bandas radica principalmente en disputas internas de poder territorial. Su alusión a líderes como Jimmy Cherizier y la influencia de la diáspora haitiana en suelo dominicano permite dimensionar el contexto y aplacar temores sobre una posible amenaza directa.
Finalmente, la idea de recurrir a fuerzas internacionales especializadas, incluso mercenarias, para combatir a estos grupos armados ha generado debate. Este enfoque, aunque polémico, visibiliza la magnitud del desafío y la urgencia de encontrar soluciones efectivas, pues la inacción puede agravar la crisis humanitaria.
La realidad impone un equilibrio entre seguridad nacional y cooperación regional. Paraison, desde su compromiso social, insiste en que toda política migratoria debe tener como eje la dignidad humana, valor que, históricamente, ha caracterizado la identidad dominicana y que hoy se expresa tanto en la hospitalidad como en la capacidad de integración cultural. El reto consiste en traducir estos ideales en políticas institucionales, preservando la soberanía al tiempo que se fomenta el desarrollo compartido de la isla.
**Referencias usadas en Artículo**
1. [Paraison pide al gobierno trabajar en repatriación con enfoque de derechos humanos](https://almomento.net/paraison-pide-gobierno-trabaje-repatriacion-derechos-humanos/)
2. [Edwin Paraison estima que un millón de haitianos vive en RD con aceptación y hospitalidad](https://eldia.com.do/edwin-paraison-estima-que-un-millon-de-haitianos-vive-en-rd-con-aceptacion-y-hospitalidad/)
3. [Excónsul pide ONG estén presentes en deportaciones](https://hoy.com.do/exconsul-pide-ong-esten-deportaciones/)
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