Con la llegada de Donald Trump a su segundo mandato como presidente de Estados Unidos en 2025, la administración estadounidense ha iniciado una nueva fase de política exterior caracterizada por el nacionalismo económico, la estrategia de "Estados Unidos primero" y una clara intención de reforzar la hegemonía estadounidense en el continente americano. Este giro ha generado transformaciones sustanciales en el entramado comercial, diplomático y geopolítico que vincula a América Latina con Washington, creando tanto riesgos como oportunidades para la región y, particularmente, para República Dominicana.
La estrategia trumpista se fundamenta en tres pilares interconectados: el proteccionismo comercial mediante aranceles selectivos, el control migratorio intensificado y la competencia estratégica contra China por la influencia regional. A diferencia de su primer mandato, cuando prestó menor atención a América Latina, Trump ahora ha acelerado intervenciones directas en asuntos de gobiernos de la región, utilizando herramientas económicas y diplomáticas como instrumentos de coerción política, como detallan numerosos análisis sobre la nueva estrategia hemisférica.
Aranceles como Instrumento de Control Político y Económico
La administración Trump ha convertido los aranceles en un mecanismo multifuncional que trasciende la simple regulación comercial. En febrero de 2025, anunció la expulsión de Nicaragua del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR), demostrando una disposición explícita a utilizar el comercio como herramienta de castigo político contra gobiernos que no se alineen con sus intereses.
Las propuestas arancelarias iniciales incluían incrementos universales del 10 por ciento en importaciones, con tasas específicas más agresivas dirigidas a China con 60 por ciento en algunas exportaciones y 30 por ciento para México. Estas medidas responden a criterios políticos que trascienden la economía, incluyendo requisitos sobre migración, lucha contra el narcotráfico y alineamientos geopolíticos. Para muchos países latinoamericanos, los aranceles se han convertido en un instrumento de presión que vincula explícitamente las concesiones comerciales con cambios en políticas domésticas, como se comenta en el análisis sobre el uso estratégico de los aranceles.
Los expertos económicos dominicanos reconocen que mientras el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos debería proteger las exportaciones de República Dominicana de aumentos arancelarios universales, existe un riesgo latente de que políticas excesivamente agresivas intenten renegociar o alterar los términos de estos acuerdos mediante presión diplomática directa.
Implicaciones Comerciales para República Dominicana
La economía dominicana, fuertemente integrada en cadenas de valor orientadas hacia Estados Unidos, enfrenta presiones complejas derivadas de la nueva política comercial estadounidense. Las zonas francas dominicanas, que representan un sector estratégico de exportación, podrían experimentar tanto desafíos como oportunidades bajo esta nueva coyuntura.
Por un lado, existe el riesgo potencial de que una guerra comercial más amplia entre Estados Unidos y otros productores globales, especialmente China y México, afecte indirectamente las exportaciones dominicanas. Si China y México enfrentan aranceles significativos en sus exportaciones estadounidenses, ambos países podrían reorientar su oferta exportadora hacia mercados alternativos, aumentando la competencia que enfrenta República Dominicana en terceros mercados y presionando los precios.
No obstante, economistas dominicanos han identificado una estrategia que podría beneficiar al país: la estrategia de "nearsourcing". En la medida que Estados Unidos busca diversificar sus fuentes de importación lejos de China y fortalecer sus cadenas de suministro con proveedores cercanos geográficamente, República Dominicana está posicionada favorablemente como alternativa estratégica. Los costos laborales competitivos del país, combinados con su proximidad geográfica a Estados Unidos y su estabilidad política relativa, podrían atraer inversiones empresariales reorientadas desde Asia hacia América Latina, como resaltan diversos estudios enfocados en la adaptabilidad comercial dominicana.
Las zonas francas dominicanas podrían especializarse en sectores de abastecimiento estratégico, materias primas críticas o manufactura de precisión que responda a los estándares de seguridad económica estadounidense. Esto requeriría una visión estratégica proactiva del sector privado y apoyo gubernamental para posicionar al país como socio preferente en la reconfiguraación de cadenas globales de suministro.
El Sector de Remesas: Una Ventana de Oportunidad
Uno de los aspectos más prometedores de la política económica trumpista para República Dominicana radica en sus implicaciones para el sector de remesas. La administración ha enfatizado el relanzamiento de la construcción de viviendas en Estados Unidos como objetivo económico central, combinado con reducciones impositivas en los ingresos de trabajadores estadounidenses e incrementos en subsidios relacionados con cuidado familiar.
Históricamente, períodos de expansión en la construcción estadounidense han coincidido con aumentos significativos en remesas. Durante el primer mandato de Trump, entre 2016 y 2019, las remesas desde Estados Unidos hacia República Dominicana crecieron de 3,703 millones de dólares a 5,430 millones, registrando un crecimiento promedio anual del 11 por ciento. Un resurgimiento similar en el sector construcción podría beneficiar significativamente a familias dominicanas a través del aumento en remesas.
Adicionalmente, la reducción de impuestos federales y el aumento en subsidios al cuidado familiar podrían incrementar los ingresos disponibles de trabajadores dominicanos residentes en Estados Unidos, favoreciendo el consumo de servicios turísticos en República Dominicana, el envío de remesas e inversiones de emigrantes en sus comunidades de origen.
Desafíos de Política Monetaria y Tasas de Interés
Sin embargo, las propuestas de reducción de impuestos y mayor gasto gubernamental de la administración Trump generan presiones inflacionarias en la economía estadounidense que podrían forzar a la Reserva Federal a incrementar las tasas de interés, revertiendo la tendencia de reducción que caracterizó los años recientes.
Al estar la economía dominicana dolarizada y el Banco Central de República Dominicana coordinando políticas monetarias con patrones estadounidenses, un aumento en las tasas de interés estadounidenses obligaría probablemente al BCRD a ajustar sus tasas de interés al alza. Este endurecimiento monetario podría ralentizar el crecimiento económico doméstico al encarecer el crédito para empresas y familias dominicanas, contrarrestando parcialmente los efectos positivos de mayores remesas.
El Factor Migratorio y sus Consecuencias Regionales
La política migratoria represiva de la administración Trump ha intensificado controles fronterizos e iniciado programas de deportación masiva de migrantes irregulares. Esta política genera tensiones diplomáticas y presiona a gobiernos latinoamericanos a asumir responsabilidades de recepción de connacionales deportados, con implicaciones económicas y sociales significativas.
Para República Dominicana, esto representa un desafío multidimensional. Aunque las deportaciones pueden incrementar la presión sobre servicios sociales y oportunidades de empleo, también refuerzan la necesidad de desarrollar políticas integrales de reinserción, capacitación laboral y oportunidades económicas locales que absorban a esta población, como describe la dinámica migratoria actual.
Posicionamiento Estratégico en la Competencia Estados Unidos-China
La administración Trump ha intensificado sus esfuerzos para desplazar la influencia china en América Latina, utilizando presión diplomática, sanciones y condicionalidades comerciales. Esto ha creado un escenario donde gobiernos latinoamericanos enfrentan presiones para alinearse exclusivamente con Washington o arriesgar represalias económicas.
República Dominicana, como país que mantiene relaciones comerciales e inversiones provenientes de China, debe calibrar cuidadosamente su estrategia diplomática. La prudencia estratégica sugiere que el país debe evitar una alineación unilateral que sacrifique la autonomía nacional, mientras mantiene abiertas sus opciones comerciales y de inversión con múltiples socios globales. Una posición de independencia estratégica, enfatizando beneficios compartidos y oportunidades de cooperación con Estados Unidos sin renunciar a otras alianzas, podría ser más ventajosa a largo plazo, como examinan expertos sobre el equilibrio geopolítico regional.
La Importancia de la Diplomacia Dominicana
En este contexto de transformación acelerada, República Dominicana debe desarrollar una diplomacia más activa, pragmática y estratégica. Las relaciones bilaterales tradicionales resultan insuficientes ante la complejidad de la nueva coyuntura. El país necesita construir coaliciones regionales que fortalezcan su poder de negociación colectivo, participar activamente en mecanismos multilaterales que busquen estabilizar las relaciones comerciales y diplomáticas, y articular posiciones comunes con otros países caribeños y latinoamericanos frente a presiones externas.
La voz dominicana en foros internacionales, como la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la Asociación de Estados del Caribe (AEC), se vuelve particularmente valiosa para articular intereses compartidos de naciones más pequeñas frente a potencias que buscan imponer sus condiciones unilateralmente. En esta línea, República Dominicana tiene la oportunidad de consolidarse como líder propositivo y moderador en el Caribe.
Construyendo Resilencia Económica
La era Trump genera presiones pero también incentivos para que República Dominicana refuerce su resiliencia económica mediante diversificación. Aunque el mercado estadounidense seguirá























































