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La defensa del Jardín Botánico Nacional: un símbolo de conservación y orgullo dominicano

Descubre cómo el Jardín Botánico Nacional de Santo Domingo se convierte en un símbolo de conservación ambiental y orgullo dominicano frente a proyectos de expansión vial. La defensa ciudadana y la importancia ecológica resaltan en este artículo.

El pulmón verde de Santo Domingo enfrenta nuevos desafíos en su misión conservacionista. El Jardín Botánico Nacional Dr. Rafael María Moscoso, inaugurado el 15 de agosto de 1976, emerge no solo como santuario de biodiversidad con más de 69,000 especies, sino como símbolo de la identidad ambiental dominicana. Diseñado por el arquitecto Benjamín Paiewonsky durante el gobierno de Joaquín Balaguer, su creación respondió al acelerado crecimiento urbano de los años 70, constituyéndose en una barrera vital contra la contaminación que hoy procesa 9,000 toneladas de dióxido de carbono, como detalla el patrimonio verde de Santo Domingo.

La polémica vial ha despertado movilizaciones ciudadanas ante el proyecto de ampliación de la avenida Colombia, que afectaría 200 m² del perímetro del Botánico. Aunque las autoridades ambientales aseguran que el impacto equivaldría al 0.01% del terreno total, colectivos sociales y cineastas como José María Cabral alertan sobre el precedente de reducir áreas verdes en una capital que ya perdió gran parte de su cubierta arbórea. Las protestas incluyeron cadenas humanas frente al jardín, donde los manifestantes sostenían pancartas con lemas como "El cemento no da oxígeno", como puede apreciarse en el reportaje sobre el aniversario 48 y los retos de conservación de plantas.

La dimensión científica del jardín trasciende lo ornamental. Alberga el Centro de Conservación de Plantas de la Isla Española, donde se protegen especies endémicas como la campanita criolla y el aceituno mediante bancos de semillas y cultivos in vitro. Su Herbario Nacional y Museo Ecológico sirven como laboratorios naturales para universidades como el INTEC, donde los estudiantes investigan aplicaciones de plantas medicinales y sistemas de reforestación. Estos espacios representan el 40% de los ecosistemas dominicanos reproducidos meticulosamente.

La defensa institucional se articula en cuatro pilares: educación ambiental para 10,000 visitantes anuales, investigación de especies nativas, conservación de biotopos como la Gran Cañada —hábitat de heliconias y nenúfares— y recreación en sus 2 millones de m². Técnicos del Botánico recalcan su función como "museo vivo" que preserva la memoria botánica de La Española, desde los catálogos latinos de Moscoso hasta los modernos estudios sobre adaptación climática, como resalta la historia del Jardín Botánico de Santo Domingo.

El futuro del patrimonio verde se discute en mesas técnicas donde el Ministerio de Medio Ambiente enfrenta cuestionamientos por la posible violación de la Ley 64-00 que protege estas áreas. Mientras el gobierno promete reducir tiempos de viaje de 90 a 10 minutos, los ciudadanos exigen que todo el perímetro sea declarado zona protegida, un reclamo respaldado por la Academia de Ciencias. Este aniversario número 48 encuentra al jardín como termómetro del equilibrio entre desarrollo y conservación, donde cada árbol caído moviliza a una sociedad que reconoce en sus senderos el aliento de la dominicanidad.

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