Adriana María Bruno también colabora con niños de su mismo diagnóstico en el Centro Dominicano de Hipoterapia, entidad que la sugirió para la participación en la justa
El sábado 12 se llevó a cabo la Competencia Oficial de Salto Ecuestre Scuderia Ieromazzo. No fue como las de costumbre, esta tuvo una particularidad de tener como competidora a Adriana María Bruno, quien a pesar de padecer parálisis cerebral lució erguida, con la belleza de quien se deja acompañar de la seguridad. Con este paso la joven, de 26 años, se convierte en la primera competidora paraecuestre dominicana.
¡Enbuenahora! Antes de entrar a la carrera nos contó su experiencia con la terapia asistida en Centro Dominicano de Hipoterapia, entidad que gestionó su participación y donde además colabora con infantes con diagnóstico similar al de ella. Se notaba muy emocionada, su rostro sonrojado y en sus labios una carcajada. “Es mi primera competencia, me gustan los caballos, puedo saber lo que quieren y por eso me hace bien montarlos, porque me entienden”. Agradece a su abuelo, ya fallecido, quien alimentó el cariño y la confianza hacia estos animales y a quien hubiese gustado tenerlo al lado en este triunfo.
La fundación la acompañó. Allí estuvo Nora Mejía de Nova, quien es equitadora desde hace mucho tiempo y quien se dio cuenta que sus mejores terapeutas eran los caballos porque encima de ellos hay una sensación de bienestar, a esto se le sumó la experiencia de un cliente de cuando ejercía como veterinaria, su primera profesión. Él entró en coma fruto de un accidente, ella se quedó con su perra y cuando la llevó a visitarlo, él despertó. “Hay una conexión entre los animales y el ser humano, que cura”. Esta vivencia la llevó a investigar sobre el tema hasta especializarse formalmente en el extranjero.
El tratamiento
La hipoterapia ha sido el tratamiento que ha llevado Adriana durante tres años. Es un tipo de terapia física, sicológica y conductual que se hace con el caballo como mediador, es decir que funge como coterapeuta animal. Actúa de diversas formas, pero la que ella considera más importante es la motivación que produce este herbívoro y aclara que por sí solo no cura, sino que sirve de soporte para la práctica del profesional, gracias a la energía absorbida por el jinete y a los movimientos que genera. Es la razón por la que se elige un caballo maduro, con un mínimo de seis meses de entrenamiento especial, además de la “doma compasiva” de toda la vida.
Otro requisito es que camine en forma diagonal, que en pacientes con parálisis cerebral aporta una sensación de estar caminando. El cerebro inicia las conexiones neuronales necesarias para caminar y atendiendo a los objetivos a lograr en el paciente es perfecto para las posiciones requeridas. Otro beneficio del perteneciente a la familia de los équidos, es el equilibrio, la espasticidad e hipotonía, mediante una estimulación activa en la que el cuerpo involuntariamente tiene que mover los músculos.
En el caso de “Adri”, como le llaman, tenía una movilidad poco ágil, angulación inapropiada de las piernas y del tragado. Hoy su realidad física es muy diferente, pero el mayor logro fue devolverle la autoestima. “Es una joven cognitivamente bien, lo que la hace darse cuenta que es diferente y que cuando se sube al caballo, ayuda a los demás o hace cualquier cosa que una persona neurotípica no puede hacerla, le da seguridad. Después de que un individuo tiene la autoestima elevada, logra felicidad, por tanto lo tiene todo”, resalta la también terapeuta familiar sistémica. Como ya todos los objetivos deseados se han logrado con este tratamiento, ahora pasa a equitación.
Aunque quizás pocos lo sepan, la hipoterapia fue inventada por el médico Hipócrates, en la Antigua Grecia, en la que fue considerada como brujería, lo que la llevó a migrar al norte de Europa y que en República Dominicana se práctica formalmente desde el 2013 con la Centro Dominicano de Hipoterapia, explica Patricia Mejía de Rannik, directora ejecutiva la entidad.
(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)