Para la población local, el éxito de esta estructura productiva es un acontecimiento que enorgullece a productores, antes enfocados en cultivos tradicionales como el aguacate y el café, el más emblemático de aquí.
PERALTA, AZUA. El único invernadero de este municipio, surgido de una “visita sorpresa”, realizada por el presidente Danilo Medina en junio de 2014, se está estrenando con su primera cosecha de ajíes morrones, después de tres años de trabajo intenso.
La empresa es financiada por el Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA) con RD$33 millones.
Para la población local, el éxito de esta estructura productiva es un acontecimiento que enorgullece a productores, antes enfocados en cultivos tradicionales como el aguacate y el café, el más emblemático de aquí.
Desde hace varias semanas, el invernadero de la Cooperativa Manuela Amador, ubicado a la entrada de este municipio, corta dos veces a la semana ajíes morrones y envía la producción a Santo Domingo, Argentina y Rusia, un gran logro para quienes jamás soñaron con gestionar una unidad productiva que requiere planificación, tecnología y supervisión permanente.
La administración espera que en cualquier momento el presidente Medina la sorprenda con otra visita, para inaugurar el invernadero que tanta curiosidad despierta, entre las verdes montañas del fresco terruño.
De hecho, habrían informado a sus gestores que el mandatario solamente está esperando que le avisen que ya están obteniendo la primera cosecha para presentarse allí.
El origen
La idea de crear un invernadero aquí fue concebida por Nelson Díaz, gerente del proyecto, y el sacerdote Gabriel Delgado.
Díaz relata que ambos se acercaron al FEDA, cuyo director les recomendó canalizar los trámites a través de una asociación, y por eso reactivaron la Cooperativa Manuela Amador, a la que tuvieron que dotar del Registro Nacional de Contribuyente (RNC) y actualizarle la documentación.
Con el financiamiento aportado por el gobierno, con 18 meses de gracia, levantaron la estructura de cuatro módulos, con 18 naves, que completan más de veinte mil metros.
Desafíos y problemas
Pasar de la idea a levantar y poner en producción el invernadero ha sido un largo y espinoso camino, obstaculizado por errores técnicos y hasta por la envidia y la incomprensión.
Díaz expresa que el apoyo económico que le dio el gobierno al proyecto le causó inconvenientes. “Porque la gente entendió que el Presidente me había dado 33 millones de pesos y me había hecho rico”, argumenta.
El gerente tiene plena conciencia de que el gobierno le otorgó a la cooperativa un financiamiento y que es responsable de saldar la deuda, por lo que trabaja a tiempo completo para garantizar la productividad y eficiencia del invernadero.
La plantación es supervisada dos veces a la semana por un técnico del Ministerio de Agricultura.
Pero cotidianamente, Díaz trata de supervisar cada detalle relativo a la producción y de llevar un control de los gastos, porque dice que está consciente de que cada centavo que se escape significa pérdida.
La experiencia ocoeña
A la gerencia del invernadero le ha resultado muy útil la experiencia que le aportan productores y comercializadores de empresas similares de San José de Ocoa, donde existe una próspera agricultura en ambientes controlados, que causa admiración en el Sur y en otras zonas del país.
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