La implementación del monotributo representa un avance significativo en la formalización de las MIPYMES dominicanas, fortaleciendo el tejido productivo nacional.
En la República Dominicana, las micro, pequeñas y medianas empresas constituyen el alma de la economía nacional, generando el 62% del empleo y aportando el 32% al Producto Interno Bruto. Sin embargo, históricamente han enfrentado el desafío de la informalidad, situación que limita su acceso a créditos, protección social y oportunidades de crecimiento. Ante este panorama, surge como propuesta transformadora el régimen de monotributo, una iniciativa que unifica esfuerzos entre el gobierno, sector privado y entidades académicas para construir puentes hacia la formalización.
El actual Régimen Simplificado de Tributación, aunque representa un avance respecto a sistemas anteriores, mantiene complejidades burocráticas que desincentivan a los pequeños emprendedores. Estudios de la Universidad Autónoma de Santo Domingo revelan que solo el 14.8% de las MIPYMES operan en la formalidad, cifra que contrasta con su representación del 85.9% del tejido empresarial. Esta brecha motivó al Consejo Nacional de Comerciantes y Empresarios a proponer un modelo inspirado en experiencias internacionales exitosas, particularmente de Argentina y Uruguay, donde sistemas similares incrementaron la recaudación fiscal y la inclusión social.
La esencia del monotributo radica en su simplicidad: sustituye múltiples pagos e impuestos por una cuota única mensual que integra contribuciones al Impuesto sobre la Renta, ITBIS, seguridad social y formación profesional. Este enfoque holístico elimina la necesidad de contabilidad sofisticada, permitiendo a ferreterías de barrio, colmados familiares y talleres artesanales regularizar su situación fiscal mediante categorías basadas en ingresos y consumo energético. La Dirección General de Impuestos Internos proyecta que esta herramienta podría incorporar al sistema tributario a más de 300,000 negocios en su primer año de implementación.
Un aspecto innovador del modelo dominicano es su integración con políticas de bancarización. Mediante convenios con entidades financieras, los pagos del monotributo se realizarían mediante débitos automáticos desde cuentas de ahorro o tarjetas, fomentando la inclusión financiera. Rosanna Ruiz de la Asociación de Bancos Múltiples destaca que esta sinergia permitirá a las MIPYMES construir historial crediticio, accediendo a líneas especiales de financiamiento con garantías estatales. Paralelamente, se desarrolla la Escuela Folice, iniciativa formativa que capacita en gestión empresarial a emprendedores de todos los rincones del país.
La propuesta cuenta con amplio respaldo multisectorial. Víctor Bisonó, ministro de Industria y Comercio, enfatiza que el monotributo es piedra angular de la política económica del presidente Luis Abinader, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde la academia, el decano Antonio Ciriaco Cruz de la UASD resalta cómo este régimen tributa al desarrollo humano: "Más que recaudar, buscamos empoderar. Cada peso pagado en monotributo acerca al panadero, al costurero o al dueño de la guagüita a pensiones dignas y cobertura médica".
Para garantizar su éxito, el diseño del monotributo incorpora mecanismos flexibles. Durante los primeros tres años, los adherentes disfrutarán tasas reducidas que escalan progresivamente, acompañadas de incentivos como certificaciones de calidad y acceso preferencial a compras estatales. Se contemplan ajustes regionales, reconociendo las particularidades económicas de cada provincia. En provincias fronterizas como Elías Piña o Independencia, por ejemplo, se aplicarán descuentos especiales para equilibrar las asimetrías comerciales.
La transición hacia este nuevo sistema se complementa con mejoras en infraestructura crítica. Ante las pérdidas de 122 millones de pesos causadas por apagones en el sector comercio, el gobierno acelera la modernización de redes eléctricas y promueve incentivos fiscales para la adopción de energías renovables en pequeños negocios. Estas medidas buscan crear un ecosistema estable donde las MIPYMES formalizadas puedan prosperar.
Testimonios de emprendedores reflejan el impacto social de esta política. María Altagracia, dueña de una pequeña fábrica de mosaicos en Villa Altagracia, comparte: "Antes vivía con el temor de que me clausuraran por no tener todos los papeles. Ahora, con el monotributo, pago lo justo según mis ventas y hasta tengo seguro médico". Historias como esta se multiplican en mercados municipales y polos industriales, donde brigadas del Ministerio de Economía realizan jornadas de capacitación y registro masivo.
La implementación del monotributo trasciende lo tributario para convertirse en motor de movilidad social. Al integrar aportes jubilatorios, no solo garantiza protección a los emprendedores, sino que fortalece el sistema de pensiones para futuras generaciones. Economistas del Banco Central proyectan que, de alcanzarse la meta de formalización del 40% en cinco años, se generaría un incremento del 1.2% anual en el PIB, además de crear 150,000 nuevos empleos formales.
Este esfuerzo nacional evidencia la visión de país que impulsa el gobierno dominicano. Al simplificar trámites, proveer herramientas financieras y fomentar la educación empresarial, se construyen cimientos sólidos para una economía más justa e inclusiva. Como señala el presidente Abinader: "Cuando apostamos por nuestros pequeños negocios, invertimos en el progreso de cada familia y en la grandeza de nuestra nación". El monotributo se erige así como puente hacia el desarrollo integral, donde la formalización se transforma en pasaporte para acceder a mejores oportunidades y construir la República Dominicana próspera que todos merecemos.
Referencias usadas en Artículo
- Acento – De Régimen Simplificado a un Monotributo: La Propuesta de la DGII
- El Dinero – ABA: Monotributo Facilitaría la Fiscalidad y Bancarización
- Listín Diario – Comerciantes Dicen Que Apagones Causan Pérdidas Millonarias
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