El turista y criollo se puede fotografiar en Hato Mayor, La otra Banda de Higuey, Bayahibe, La Entrada, Cabrera, Samaná, Sabana Larga…
De concreto (relleno en hormigón) o en metal; los paradores fotográficos se han convertido en la sensación novedosa que permite a criollos, visitantes locales y turistas internacionales colocarse en sus vistosas estructuras, apoderarse de sus colores, emblemas y hasta montarlos, sugiriendo un andamio idóneo que facilita un ángulo contrapicado: poder y reconocimiento para colgar en las redes.
Estos elementos que representan la pictórica turística, social, cultural y antropológica de la República Dominicana es una iniciativa de promoción y difusión del sabor y sentir de las más recónditas comunidades, sus tesoros inmateriales y humanos, y cada componente que le distinguen en esencia de otros grupos sociales que se expresan entre similitud: “la dominicanidad”, sin embargo, en esencia muestran riquezas irreplicables y genuinas.
Los coloridos “muros, letreros o vallas de bienvenidas”implementados para recibir, orientar o acoger a los que penetran a las inconmensurables bellezas ecoturísticas, agropecuarias, históricas, de la biodiversidad en la fauna y flora, acaparan la atención de toda persona que se sensibiliza hacia el “turismo comunitario sostenible”, con acento idiosincrásico, que se perpetua en las memorias andariegas intransferibles episodios vivenciales de las habitudes pueblerinas y comunitarias de Quisqueya La Bella.
(** Note: This article was migrated from a legacy system on 7/15/2023)