La memoria viva de Narcisazo: justicia y legado tras 31 años de su desaparición

En esta fecha que marca treinta y un años de la desaparición de Narciso González Medina, mejor conocido como Narcisazo, la República Dominicana recuerda a uno de sus intelectuales más valientes y comprometidos con la verdad. En un día en el que el profesor universitario estaría cumpliendo ochenta y cuatro años, su legado permanece vivo en la memoria de quienes lo conocieron y en la conciencia de una nación que clama por justicia.

Narcisazo fue mucho más que un simple académico. Era un educador popular de profunda convicción, un militante de izquierda que dedicó su vida a la búsqueda de la verdad y a la defensa de los derechos del pueblo dominicano. Su pasión por la enseñanza, su solidaridad inquebrantable con los más necesitados y su coraje para enfrentar a quienes ostentaban el poder lo convirtieron en una figura emblemática de la resistencia intelectual de su época.

La Verdad que Provocó su Desaparición

Días antes de las elecciones presidenciales de mil novecientos noventa y cuatro, Narcisazo levantó su voz con una fuerza que retumbaría en los pasillos del poder. En la revista La Muralla publicó un artículo devastador titulado "Diez pruebas que demuestran que Balaguer es lo más perverso que ha surgido en América", donde no vaciló en calificar al mandatario de asesino, pandillero, inmoral, delincuente y miserable, entre otros calificativos que encendieron las alarmas en los círculos de poder.

Pero su valentía no se detuvo en la página impresa. El veinticinco de mayo de ese mismo año, días antes de su desaparición, Narcisazo pronunció un discurso en la Universidad Autónoma de Santo Domingo que acusaba al gobierno de fraude electoral e hizo un llamado a la desobediencia civil. Estas palabras, pronunciadas con la convicción de quien creía en la justicia y en el derecho del pueblo a la verdad, sellarían su destino y marcarían la historia reciente dominicana según su biografía y legado.

Los Últimos Momentos

La mañana del veintiséis de mayo, tras participar en una reunión en la UASD y luego de haber publicado sus fuertes críticas al poder, Narcisazo fue visto por última vez. Ese día, según testimonios recolectados a lo largo de los años, el profesor recorrió varios lugares de la capital. Visitó una agencia de apuestas en la calle Peña Batlle donde tomó un programa de caballos, regresó a la universidad, fue visto en el hipódromo Perla Antillana donde una vendedora de café lo presenció en dos ocasiones, y finalmente fue visto entrando al cine Doble alrededor de las seis de la tarde, donde pasaron las últimas imágenes confirmadas de su vida.

Esa misma noche, mientras Narcisazo veía la película en la pantalla del cine, fuerzas desconocidas se movían en las sombras. Cuando salió del cine después de las once de la noche, desapareció sin dejar rastro, tal como recuerdan los relatos de diversos testigos publicados en la prensa nacional.

La Angustia de la Incertidumbre

El veintiocho de mayo, dos días después, la esposa de Narcisazo, Luz Altagracia Ramírez, conocida cariñosamente como Taty, dio parte de la desaparición a las autoridades. A partir de entonces comenzó una pesadilla de incertidumbre e indiferencia oficial. Junto a sus familiares, Taty buscó desesperadamente a su compañero de vida en hospitales, clínicas, recintos policiales, cárceles y parques, sin obtener respuesta alguna.

Pronto empezaron a circular testimonios fragmentarios. Algunos afirmaban que había sido visto en dependencias militares y policiales, en condiciones graves. Sin embargo, estos testimonios nunca encontraron seguimiento formal ni investigación exhaustiva por parte de las autoridades de la época, un hecho que aún duele en la memoria dominicana. Taty llevó su reclamo por justicia incluso hasta el Palacio Presidencial, donde, al buscar respuestas, el presidente Joaquín Balaguer pronunció su famosa y desgarradora pregunta: “¿Qué edad tenía?”, lo que ella interpretó como un reconocimiento implícito de la tragedia familiar que atravesaban según recuentos publicados en medios de comunicación nacional.

El Reconocimiento Internacional de la Injusticia

Lejos de rendirse, la familia de Narcisazo acudió a instancias internacionales. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos admitió el caso, y, tras años de lucha incansable y dolorosa, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia histórica declarando al Estado dominicano responsable directo de la desaparición forzada de Narciso González Medina, estableciendo una grave violación de derechos humanos y condenando la impunidad estatal con que se manejó el caso, resaltado en el documento oficial del sistema interamericano.

La sentencia no solo reconoció el derecho de la familia a la verdad y a la justicia, sino que dejó en evidencia la responsabilidad institucional en los hechos. A pesar de este fallo internacional, la justicia dominicana sigue en deuda, pues los culpables directos nunca han sido identificados y sancionados.

La Memoria Viva de Taty

Tres décadas después, Taty sigue siendo la voz y el corazón de la memoria de Narcisazo. Ella rememora con nostalgia los años compartidos, las luchas y los sueños comunes. En su intimidad, recalca que nunca fue solo su esposa, sino compañera de vida y de ideales, un vínculo forjado por la dignidad y la causa compartida.

El dolor de la familia González Ramírez ha sido profundo y duradero. La ausencia física de Narcisazo, sumada a la ausencia de respuestas claras y justicia, provocó años de depresión y sufrimiento. Taty y sus hijos han tenido que enfrentar la incertidumbre, el vacío, el no saber, el no poder despedirse ni tener lugar donde honrarlo. Con nobleza y fuerza, Taty sigue manteniendo viva la esperanza e incluso escribe imaginando diálogos con Narcisazo cada año, recordándole que la justicia tarde o temprano llegará y que el peso de sus acciones persigue a los responsables.

Un Legado de Coraje y Verdad

Narcisazo fue, ante todo, un hombre profundamente solidario con su pueblo. Utilizó su cátedra, su pluma y su voz para sembrar conciencia y dignidad. Pagó el precio más alto por exigir un país mejor para todos, un ejemplo vivo de coraje y verdad en medio de tiempos difíciles. Su desaparición forzada se considera un crimen de Estado y un símbolo de los desafíos aún presentes en materia de derechos humanos, como señalan diversos líderes y defensores de la justicia en el país.

El legado de Narcisazo se invoca en cada marcha, en la universidad que lo vio enseñar y en la aspiración nacional de justicia, libertad y respeto por la vida y la dignidad humana. Organizaciones internacionales de derechos humanos, así como la sociedad civil dominicana, continúan exigiendo que el caso no quede sumido en el olvido ni la impunidad, sino que motive a las nuevas generaciones a defender la verdad y la memoria.

Treinta y Uno Años Esperando

Mientras Narcisazo estaría cumpliendo ochenta y cuatro años en este veintinueve de octubre, la República Dominicana sigue esperando. Esperando que la verdad se imponga, que la justicia, aunque tardía, llegue finalmente a consuelo de su familia y a honra de su memoria. El país anhela ver recuperado su cuerpo, homenajearlo con un entierro digno, y ofrecerle a su familia no solo palabras de aliento, sino una reparación concreta.

La memoria de Narcisazo no es simple nostalgia, sino una semilla viva en el corazón dominicano. Es un recordatorio firme del poder transformador de la educación, el compromiso social y la lucha por la justicia. Mientras Taty, sus hijos y el pueblo continúen exigiendo respuestas, la llama de Narcisazo seguirá iluminando el camino hacia un país más justo, digno y solidario para todos.

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